Cuando Ana Valme Ortega Pruna habla, habla el pueblo, como bien dijo su presentador Juan Miguel Martín Mena, ya que ella es la «voz de la Dos Hermanas más profunda». Por ello, el Pregón de la Romería de Valme 2025 ha sido el pregón todo el pueblo de Dos Hermanas a la Virgen de Valme en la voz de su pregonera. Ana Valme aunó en sus palabras devoción, tradición y folclore en uno de esos pregones que pasarán a la historia de la ciudad y su romería porque ha estado pronunciado con el corazón en la mano de una «mujer cristiana y mariana, con una profunda devoción a la Virgen».
El pregón de la Romería de Valme ha tenido lugar este domingo, día 12 de octubre, festividad del Pilar, en la Parroquia de Santa María Magdalena. Una cita que ha estado presidida por el alcalde de la ciudad, Paco Rodríguez, el párroco Manuel Sánchez de Heredia, el presidente del Consejo y Hermandades de Dos Hermanas, Fran Alba Claro, y la hermana mayor de Valme, Isabel María Caballero Holgado.

La pregonera de Valme 2025 estuvo presentada por su «compadre» Juan Miguel Martín Mena, quien ha realizado una de las mejores presentaciones de un pregonero o pregonera de las que se recuerdan en Dos Hermanas en los últimos tiempos. Juanmi se ponía tras el atril para hablar de una muy buena amiga y demostró con sus palabras que la conocía a la perfección y que hablaba desde los sentimientos. El presentador presentó a la Ana Valme amiga, a la madre, a la esposa, a la hija y sobrina, y a la «guerrera con coraza de esperanza, que ha peleado sus días más oscuros». Una «mujer generosa, afirmaba, que «es de todos y todos somos un poco de ella, ya que agotadoramente es amiga de todo el mundo y siempre está».
Este pregón ha sido la oportunidad de que la pregonera pudiera decir «en voz alta» todo lo que la Virgen de Valme «me ha dicho durante estos años en silencio». Y, aunque algunos de sus amigos aseguraban que iba a hacer el «antipregón» cuando conocieron de su designación como pregonera de Valme, y que la propia Ana Valme afirmaba que no podría igualar los grandes pregones de la romería, está claro que sus palabras no caerán en el olvido y que todos los allí presentes se acordarán siempre del pregón de Ana Valme.
Y es que, realemente, no ha sido un pregón, sus amigos ahí tenían algo de razón. Ana Valme Ortega Pruna ha montado un espectáculo «que ha salido de mi alma«. Un montaje en siete escenas y una final, en el que ha hecho un recorrido emocional por la Romería de Valme de todos los tiempos, desde 1949, con su abuelo materno Rafael Pruna Parra, o la de los años 60, con su padre, Pepe Ortega, aprovechando la mención de estas figuras para «que los de mi generación demos las gracias a todos los que nos habéis transmitido el amor a la Virgen de Valme y que ahí sigue intacto a pesar de que cambien los tiempos».


La música estuvo muy presente en el pregón de todo un pueblo. Además del Coro de la Hermandad de Valme, también cantaron integrantes del Grupo de Danzas Ciuadad de Dos Hermanas, del coro del Rocío de Dos Hermanas, el cantante Manuel Lombo, la familia de la pregonera, así como sus sobrinas Lola y Rocío Avilés Ortega, tocando esta última el piano, con el acomopañamiento de la flauta de Rosana Martínez Arana. No pudiendo faltar en esta cita el folclore, por el que tanto trabaja esta profesional de la danza en Dos Hermanas, llevando hasta las plantas de la Virgen de Valme las tradicionales Jotillas Nazarenas, que bailaban las mujeres aceituneras tras el verdeo. Ya que, como ella mismo dijo, «hoy tenían que estar presentes en esta cita la devoción del pueblo y su folclore«, en un homenaje a Francisco González Anguita y María Luisa Jiménez, que fueron los que se lo enseñaron.
Ana Valme también rindió homenaje a los niños, con una especial ofrenda a cargo de ex nazarines de Valme con letras que compusieron a los pies del altar el lema ‘Ahí estabas tú’. Tierno momento en el que las hijas de la pregonera, Marisol y Pastora, cantaron junto a su madre a la Virgen a los pies del altar. La pregonera también dedicó unas emotivas palabras a la camarera de Valme, María Luis Díaz Núñez, «la mujer a través de cuyos ojos miramos a la Virgen, el lazo de unión con Ella», destacando su propia labor como auxiliar de las camareras de la Virgen del Mayor Dolor y Traspaso. Una faceta en la que se estrenó el día que la capilla del Gran Poder recibió a la Virgen de Valme durante sus misiones por la zona sur de la ciudad. Además, abandonando por un momento el atril, se sentó en una mecedora blanca, donde reposaba un traje de flamenca blanco con lunares azules, y se puso a darle los últimos pezpuntes mientras recordaba sus primeras romerías con su grupo de amigas.




El momento más intenso del Pregón de Valme, el más emotivo, llegó en la escena final, cuando la pregonera abordó el tema de su enfermedad y cómo se vivió en su entorno familiar, desde aquel día en el que escuchó la «palabra más amarga de su vida» y en el que «lloré hasta que se acabaron las lágrimas».
Aunque se decía que «el tiempo pasa y mientras pasa hay que disfrutarlo«, cuando llegaba la noche «me ponía a pensar en lo normal, mis niñas, mi madre, no cogía el sueño, me sentía cansada de querer hacer mil cosas al día, necesitaba dormir, pero la cabeza no me dejaba«. Y, entonces, «ahí estabas tú«, que es el título de este pregón, ya que, prosiguió «yo sabía que tenías que llegar, lo necesitaba» y «entonces llamaste a mi puerta». La pregonera esperaba una flor, que la tenía junto al atril con una medalla de Valme, pero «llegaste en forma de manto morado y me cuidaste en mis sueños durante unos meses, justo el que necesitaba para sentirme protegida bajo tu manto». Con las voces de Lola y Rocío de fondo, ello, afirmó, «ante Dios y hasta el día que tú quieras, seré tuya, Virgen de Valme. Y yo quisiera, Madre y Señora, ser peregrina y romero para cuando llegue mi hora estar contigo en el cielo«.
En los útimos minutos del pregón, la pregonera dio «las gracias, madre mía, por el pan de cada día, por tu cara tan hermosa, por mis hijas y esas cosas que me alegran la vida. Me has dado tanto, que no le tengo enviadia a nadie. Te tengo a ti, Gran Poder, y a tu abuelita también. Tengo a la de Real Utrera, por la que pierdo el sentido, y te tengo a ti, Rocío. Y para velar mis sueños te tengo a ti, Váleme, madre de los nazarenos».




























