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Como las reuniones clásicas en torno a una mesa camilla y un brasero, en las que se hablaba de todo, así surgió en el Centro de Participación Activa del Palacio de Alpériz el grupo Mesa Camilla. Una iniciativa que se puso en marcha hace siete años, explica su coordinadora Charo Marcos Aguilar, “en las vísperas de un verano, época en la que desciende la oferta formativa y de ocio del centro”. En ese momento, prosigue, “me pareció que era una lástima que perdiéramos el contacto durante las vacaciones y propuse un taller en el que poder reunirnos para hablar de cualquier cosa”.

De esta forma, inicia su andadura este taller o grupo, en el que participan durante todo el año una media de 20 personas, la mayoría mujeres, mayores de 60 años. Aunque con la llegada del verano, puntualiza Charo, “el grupo se reduce por las vacaciones, el calor o porque algunas abuelas tienen que cuidar de sus nietos”.

Este taller se caracteriza por ser “una reunión muy acogedora” y su principal fundamento, afirma su coordinadora, “es que todas sus participantes respetan el principio de discreción”. Lo que permite que “todo el mundo se pueda expresar con libertad y hablar de lo que desee”. Además, otro de los aspectos destacables en el comportamiento del grupo es “la tolerancia que muestran sus integrantes”.

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En este grupo se habla de todo o casi todo, ya que, como dicen, “quien evita la ocasión, evita el peligro”. Por ello hay tres temas que no se tocan, huyendo del conflicto, como son política, religión y fútbol. Por lo demás, comparten sus problemas o dolencias, sus opiniones o puntos de vista, un libro que han leído y que les ha gustado o, incluso, una receta de cocina.

Este buen ambiente entre las personas que participan en este taller se traslada al exterior del Palacio de Alpériz, ya que se organiza una comida mensual o aperitivo por la noche en verano, además de acudir a eventos culturales o salidas a Sevilla.

1 hora y media
duran las sesiones de este taller de la Mesa Camilla en el Palacio de Alpériz.

Diferentes casos

La casuística de las personas que acuden a este grupo es muy diversa, como el caso de Mercedes, una mujer que llegó a estos encuentros en “un mal momento familiar, por temas de enfermedad, y me ayudaron mucho, ni psicólogo ni nada”.

Para Isabel, es “una excusa para salir de casa, sobre todo en verano, ya que, si no es así, no sales”. Por ello, se alegra de venir cada semana, ya que “vienes con una actitud y te vas con otra mucho mejor”.

Begoña vino a Dos Hermanas de fuera y “no conocía a mucha gente”, por lo que este taller le ha servido para “conocer a otras personas y poder hacer actividades”.

O como Maruja, que considera este grupo como “una experiencia que me hacía falta”, ya que “se crean unos vínculos muy fuertes con tus compañeras”.

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