Tendón de Aquiles

    Marcos 1, 12-15

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    AQUILES UN HÉROE mitológico griego que era invulnerable en todo su cuerpo excepto en el talón. Sumergido de recién nacido en la laguna Estigia, se olvidaron de mojar los pies por los que lo sujetaban, y ese era su punto débil. Muere alcanzado por una flecha en el tendón del talón, que había lanzado Paris, su propio hermano.
    Todos tenemos un «tendón de Aquiles», una debilidad que puede arruinar todo lo que hacemos o nos proponemos. Para unos nuestra debilidad puede ser la inmoderada locuacidad, el hablar lo que no se debe cuando y donde no se debe; para otros el orgullo, que nos hace odiosos ante los demás y que no seamos conscientes de nuestros propios límites; para otros la avaricia, el afán de dinero, que nos hace perder a amigos y familiares por unos cuantos euros; para otros la lascivia, el deseo sexual inmoderado, que arruina la fama, y que empuja a comportamientos groseros en los que se cosifica a la otra persona y a uno mismo… Muchos son los «tendones de Aquiles» que podemos tener. Pero todos tienen un origen común.

    Porque es el amor el que nos ha dado a luz, las personas estamos llamados a ir orientando nuestra vida en el camino del amor que es nuestro camino de realización y plenitud. Cuando buscamos satisfacer nuestros deseos al margen o en contra del amor nos vamos descaminando. Cuando buscamos sustitutivos del amor verdadero que es el que llena por completo nuestra alma, nos sentimos cada vez más vacíos y con más necesidad.

    Es cuaresma, tiempo de reorientar la vida y llenarnos del Amor.

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