Entre preludios de ensayos
y contrastes de febrero,
los sones chirigoteros
se hacen dueños y señores
de esa curiosa amalgama
que une crítica y corchea,
y entre versos apedrea
cuanto afea al panorama.
Pero el carnaval, es más:
es la máscara que aúna
tras sus sombras, las fortunas,
la pobrezas, las tibiezas,
las mentiras, las verdades,
grandezas y mezquindades,
alegrías y tristezas.
Todos, sí, bajo el disfraz,
nos convertimos en seres
desinhibidos, crupieres
de nuestro juego soñado,
maquillando en maquillajes
la medida y el bagaje
de cada sueño vedado.
Y siendo ésa su esencia
-aparentar sin tener;
vender ganar al perder;
regatear el fangal-,
en ésta, mi tierra amada,
cortijera y maquillada,
todo el año es carnaval…