Apenas le quedaban agujeros
donde hallar la esperanza ya olvidada
entre tanta basura apalabrada;
empapando su duda en aguaceros.
Siempre quiso forjarse sus senderos:
su camino era suyo y le bastaba
con forjarse su historia en la mirada
sin jamás reclamar abrevaderos.
Más el recto tesón se le escapó
a manos de un hogar atenazado
que seguía esperando su sostén…
Y así, perdiendo todo, terminó
cediendo, encajando ser parado
y un número en la cola del INEM…