Ignorancia contra los derechos de las mujeres

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Cuando leo noticias como la de que un hombre  que ha abusado de cuatro niñas de entre 8 y 13 años sólo tendrá que pagar cuatro multas por ello, me pregunto qué efectos causará en las niñas que el hombre  (que las abordó, les tocó la cintura, las besó y lamió la cara) quede redimido de su culpa a cambio de dinero. Los abusos sexuales padecidos en la infancia dejan huellas que se muestran en baja autoestima, distorsiones afectivas, miedos. Otro tipo de abusos, en forma de faltas al respeto, burlas hacia la sexualidad, las ‘borderías’ típicas, los chistes y la publicidad que nos catalogan como objetos, este tipo de cosas que refuerzan las creencias machistas y erróneas de una sociedad, las llevamos padeciendo durante generaciones. La desvalorización de las mujeres sigue existiendo e impregna las instituciones. Son realidades que están ocultas también en el tejido social, trabas educativas, es la ignorancia por conveniencia del poder del abuso hacia el más ¿débil? o ¿inferior?, con su máxima expresión en la violencia de género.

 

Las cuatro niñas no olvidarán ese trato recibido, ni la sentencia que disculpa al abusador, como no lo olvidamos las de mi generación, cuando recibimos abusos del viejito del parque, o contestábamos a las preguntas ¿calenturientas? de un cura en el confesionario. ¿Quién no conoce alguna de estas historias reales? Nos engañaban y pisaban nuestra inocencia y el derecho a la intimidad. En aquella época eran frecuentes esos abusos, eran los tiempos de Franco, y el silencio de las madres, si se enteraban, era típico también, para no alterar el orden represivo de la dictadura y de una iglesia altamente machista que culpaba a las mujeres y a ellos fácilmente disculpados: cuatro padrenuestros, cuatro avemarías y cuatro duros para reparar la corona de oro del cristo.

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Cuarenta años después, han cambiado muchas cosas, se nos reconoce en las leyes como  personas con todos los derechos, pero la mayoría de las mujeres tenemos vivencias de que no es así. Tanto a las niñas de entonces como a las de ahora nos enseñaron a respetar a los hombres,  pero ellos no habían aprendido a respetarnos.

Los avances son tan lentos que hacen denotar, que la lucha por la Igualdad de género está siendo, en el siglo XXI, un proceso tan difícil como cualquiera de los emprendidos por las mujeres desde hace siglos, para que se nos reconozcan  derechos de Dignidad y Libertad. Y es que el cambio hacia una sociedad no machista avanza tan lentamente en algunos sectores. Para que algunas leyes se hagan han tenido que morir muchas mujeres… Y más lento aún es el cambio en la mentalidad de la sociedad, cuando algunas  religiones, de tradición machista arraigada pretenden ignorar el desarrollo científico y cultural e implantar sus caducados criterios.

Cuando la institución católica quiere  restarnos derechos, ¿ambiciona el poder que antiguamente ejercía sobre el gobierno? ¿O es por un sentido paternalista por el cual se creen expertos para decir qué leyes deben dirigir a las jóvenes?. Lástima que un número considerable de ‘padres de la Iglesia’ demuestren con sus abusos a menores (que van saliendo a la luz), que la Iglesia debería enmendar sus doctrinas dentro de sus cocinas.
Cuando se rechaza el derecho al aborto, hay muchas cosas que quieren ignorarse, por conveniencia de poder de dominio hacia las mujeres. Una es la necesidad saludable de elegir libremente y con responsabilidad sobre tu futuro, lo contrario de: has pecado, estás condenada a una vida no deseada, estés o no capacitada para afrontarla. Otra es la realidad de que tan íntima y personal es la decisión de mantener relaciones sexuales, como la de decidir sobre tu propio cuerpo. Una joven, aunque no tenga la mayoría de edad, puede estar capacitada para elegir. Desde luego, tiene derecho a recibir la educación necesaria para cuidar su salud y su sexualidad y evitar un embarazo no deseado, pero quien no lo haya conseguido, debe tener  la posibilidad de interrumpirlo, cuando aún no es demasiado tarde y las leyes aún puedan proteger su derecho de elegir su propia vida, salvaguardando su intimidad. Los adelantos científicos le dan la oportunidad de hacerlo sin riesgo para su salud, para un beneficio vital, íntimo y personal.

 Las jóvenes que no se sientan capacitadas para tomar esa decisión pueden  pedir orientación y consejo a sus madres, padres o ‘padres espirituales’, si fuera el caso.  Porque las mujeres actuales hemos aprendido a respetar la  libertad de cada persona a actuar de acuerdo con sus creencias religiosas, espirituales o ateas. Pero la Institución católica, o la musulmana, ¿han aprendido a respetarnos a las Mujeres?

 

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