El adiós de un alma invisible

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¿Cuándo  y quién te abrazó la última vez? Mientras, contemplabas en las casas de alrededor todo  fiesta, luces, risas y mesas llenas… Cuando te quedaban dos días de caseta…, esa caseta sucia y llena de basuras con ratas, tu hogar, que tenías que abandonar enseguida… porque la inminencia de las fiestas de la feria tenían la urgente prioridad de borrar toda huella de ti, todo mal olor que tus pulmones han respirado cada noche.

El pasado 14 de abril, el Grupo de Jóvenes de Cáritas Arciprestal nos llevamos una tremenda noticia: José Luis Sumariba, a quien todos conocían como “el Sanlúcar”, había fallecido en la caseta de Ibarburu, entre desperdicios y alimañas. Un hombre que, a pesar de estar sumido en la pesadilla de la droga, siempre tenía una sonrisa para dedicarnos cada miércoles cuando lo visitábamos; un hombre que, a pesar de buscar un trozo de pan de la forma más trabajosa posible, lo compartía con los demás “habitantes” del recinto ferial; un hombre que, a pesar de llevar catorce años sin plantearse una rehabilitación, tenía cita en un centro para seis días después de su despedida final.

Y ahora nos preguntamos, ¿qué pasó? ¿A quién pedir responsabilidades? En José Luis no se cumplió el art. 15 de la Constitución, donde dice que “nadie podrá ser sometido a tratos inhumanos o degradantes”; ni el 47, donde tenía derecho a una vivienda digna promovida por los poderes públicos… pero tuvo que conformarse con un techo de uralita donde todo lo circundante carecía de un mínimo para el desarrollo de la dignidad humana.
Pero no todo acaba aquí, porque días antes también incendiaron el habitáculo donde vivían Nieves y Manuel, otros dos amigos que solemos visitar, y se quedaron sin ropa, colchones y demás.

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¿Qué está pasando? ¿El mundo se ha vuelto loco? Parece que hay algún eslogan colgado en alguna parte donde dice “Hagamos la vida imposible a quien ya la tiene difícil”.

Desde Cáritas queremos denunciar estos hechos que vivimos desde muy cerca, y pedir a las administraciones competentes que actúen con urgencia, porque la vida de una persona de la calle es tan importante como la de cualquier otra. En este mundo nadie es más que nadie, y si ni un perro doméstico muere solo, José Luis se merecía una muerte digna… habiendo tenido antes una vida digna.

El próximo sábado, a las 17:30 horas, se celebrará en la parroquia del Divino Salvador una Misa funeral por el eterno descanso de su alma.

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