De todos los curiosos engranajes
que engrasa el día a día nazareno,
me encantan los grisáceos personajes
la mitad alguacil, mitad sereno.
Usted los puede ver en cochecitos
llevando autoridad al callejero,
trabajando a la par contra el delito
con el municipal por compañero.
Pero todo en su justa proporción:
cada cual tiene su sueldo, un cometido,
un marco, un protocolo, una misión,
su porqué, su razón y su sentido.
Y es aquí donde el tema se complica
y el TSJA da su alegato.
Lo que viene a decir se simplifica
al darle a cada cual su casillero;
recordando el lindero del silbato:
sentencia haciendo caso al refranero
que reza “zapatero, a tus zapatos…”