Huyen del hambre, las guerras, la pobreza, la miseria, las tierras desertizadas. Llegan a Europa en pequeñas embarcaciones que les proporcionan las mafias en una nueva forma de esclavitud. Esclavos “voluntarios” en un Occidente que primero los empobreció siguiendo las leyes inexorables del sistema y después les pone una y mil trabas para entrar en sus fronteras. Proceden de muchos lugares.
La quiebra de los bancos ecuatorianos provocó la llegada de más de un millón de inmigrantes a España de aquella República hermana. Hoy ya sólo son medio millón. Es la vuelta a las raíces, a casa. Consuelo de xenófobos y confirmación de la movilidad de las migraciones.
Los chinos en 1991 eran 6.000, ahora se cuentan 74.000. Los marroquíes están en mayoría. Tienen una historia en España llena de dificultades. Vinieron con Franco para matar republicanos y los españoles estuvieron matando magrebíes desde los tiempos de la Reconquista hasta Primo de Rivera y, además, en nombre de Dios, parta más inri.
Del seis al nueve de septiembre pasado se reunió en Madrid, en la sede de Comisiones Obreras, el XXVII Congreso de Teología. Se estudió como único tema el fenómeno de la emigración. Tampoco esta vez hubo representación de la jerarquía Católica. Se sigue olvidando el sentido del ecumenismo y pluralidad en casa.
María José Castejón de la Parroquia San Pablo de Vallecas se refirió a que los inmigrantes son gentes concretas con nombres y apellidos. Integrarlos en nuestra sociedad significa recibirlos como personas, uno a uno, según se hace con los amigos. No se trata (sólo) de montar un dispensario de beneficencia, sino (sobre todo) sentirse conciudadanos de los inmigrantes. “Darles nuestro número de teléfono y quedar para vernos”, dijo. No obstante, la integración siempre será un proceso largo que sólo se verá cumplido en las siguientes generaciones. Pidió a los sindicatos y otras organizaciones sociales, (en especial a aquellos que tanto cantaron la Internacional), no lleguen tarde a esta tarea tan urgente.
Nieves Díaz, técnico de la administración, se refirió a la actitud de la Comunidad Europea que se preocupa tímidamente del tema con “proyectos de laboratorio”, manifestó.
Treinta y ocho emigrantes de Bagladesh, refugiados en un bosque de Ceuta, prefieren mutilarse antes de ser obligados a volver. Una chica tomó el micrófono para referirse a ellos, las lágrimas se lo impidieron y se levantó de la mesa en medio de un cariñoso aplauso.
Torradeflot del Centro Unesco de Barcelona propuso el respeto mutuo en la interculturalidad religiosa. No es posible el diálogo cuando una determinada fe domina en el espacio político.
Santime Matungulo, jesuita de la República Democrática del Congo, fue invitado por Juan José Tamayo. Habló sobre como es desde el Sur que se invierte la para el Norte. Por cada euro multinacional que se destina a la República Democrática del Congo el sistema occidental obtiene cinco euros. Los que levantan a los países pobres son los propios emigrantes con sus envíos mensuales de dinero a sus familias. Concluyó observando que la deuda externa es un pecado estructural de Occidente. Primero incendia y después envía bomberos (si acaso). Y siempre se beneficia.
José María Vigil puso el toque teológico apocalíptico del problema social, pues dijo, Dios abomina de los que abusan de los pobres. Y refiriéndose a la respuesta de nuestra juventud manifestó que el neopaganismo capitalista ha vaciado la capacidad de acción humana e ilusionada de los jóvenes de ahora.
Marisse Brisson, Directora del Departamento Ecumenico de Investigaciones de San José de Costa Rica, en la misma línea de Vigil, expresó que el dinero y la lascivia, elementos de la corrupción de las gentes, han hecho del sistema un dios. Un pequeño dios que termina por pudrir todas las relaciones humanas. El capital trabaja para los intereses del sistema y no de la vida. Los más débiles son los primeros en caer. El capital ya no es nacional, sino un entretejido deshonesto que empobrece y destruye a los más desfavorecidos en provecho propio.
François Houtart, Presidente de Tricontinental, que fue profesor y amigo de Camilo Torres, añadió que el neoliberalismo libera todo en economía pero no la mano de obra. Se trata a los emigrantes según la ley del valor. Con ellos millones de campesinos perderán sus empleos cuando el capitalismo acometa la agricultura con declarado sentido productivista. Propuso Houtart: en toda ocasión, “oportune et importune”, luchar contra el racismo, conseguir el voto para los emigrantes, descriminalizar la emigración, desconectar las economías nacionales de los grandes referentes del Norte o estados ricos, escapar a la leyes del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, trabajar en la creación del Socialismo del siglo XXI que se conlleve mejor con sus primitivos fines en un mundo en paz y progreso, buscar el valor de cambio más que el de uso.
Jesús no fue un político pero optó por los marginados como prioridad con lo que su Reino tiene un sentido escatológico desde una perspectiva terrenal. Luchó contra una sociedad colonizada por el Imperio Romano y definida en lo religioso, se manifestó contra la opresión y acusó a las instituciones político-religiosas de Israel, con las que no mantuvo compromiso alguno. Así entendió amar al prójimo.
Otra vez el Congreso de Teólogos, fiel a la Biblia, dio una visión particular, en este caso de la emigración. Un tema cotidiano, cercano a todos. Visión trascendida de valores cristianos como no podía ser menos, tenida en cuenta la sensibilidad social y religiosa de los reunidos.
