Al informarme de que la única candidatura encabezada por una mujer para la alcaldía de Dos Hermanas, Paqui Navarro, es la del Partido Andalucista, independientemente de mi alegría, se me ocurrieron dos ideas: primera, felicitar a este partido por ser coherente con la prédica actual sobre que las mujeres deben tener las mismas posibilidades que los hombres de ser dirigentes políticos, gobernantes, superando las clásicas listas cremalleras en las cuales siempre, salvo contadas excepciones, colocan a un hombre como cabeza de lista y, como segunda idea, felicitarme a mí misma como mujer por la posibilidad de poder votar a una mujer para que dirija los destinos de esta ciudad tanto tiempo gobernada por un mismo partido y por la misma persona, obviamente un hombre.
Interesada por la candidata femenina del Partido Andalucista, Paqui Navarro, me informo de que esta apasionada e inteligente política fue concejala y portavoz andalucista en el Ayuntamiento, destacando por sus intervenciones y propuestas, siempre defendiendo con valentía y desinteresadamente los interses de todas las nazarenas y nazarenos. Su preocupación por la seguridad, su lucha por la recuperación y conservación de nuestro patrimonio, su apoyo al pequeño y mediano comercio, su interés por la educación y el empleo de nuestros jóvenes, su actitud hacia la atención a los ancianos o mayores de Dos Hermanas, y, cómo no, la preocupación por la mujer en todas sus facetas, son algunos ejemplos de sus actuaciones como representante de los ciudadanos y ciudadanas de Dos Hermanas. Asimismo, una somera lectura de su programa evidencia el realismo y necesidad de sus propuestas para nuestra ciudad las cuales están abandonadas secularmente por este equipo de gobierno más entretenido en tareas orientadas a mantenerse en el poder.
Quisiera animar a las mujeres nazarenas a que aprovechen esta oportunidad y voten a una mujer, voten a Paqui Navarro, ya que así podrán disfrutar de una alcaldesa que vele por los intereses de todos y todas, demostrando, al mismo tiempo, que Dos Hermanas se cree de verdad la posibilidad y la realidad de que las mujeres pueden y deben alcanzar los mismos derechos y las mismas responsabilidades que los hombres. Y también a los hombres, por qué no. Todos, creo, están habituados a disfrutar de la madre, de la esposa que con tanta dignidad y discreción derrama buen hacer y generosidad. Probemos, pues, con una mujer alcaldesa. Seguro que no nos arrepentiremos, ni los unos, ni las otras.
