A pesar de este tiempo que nos lleva
de la mano del reloj y de su prisa;
a pesar de la cómoda pesquisa
que una caja medio tonta nos robó;
a pesar de la huella y del olor
a grito futbolero tras las gradas;
a pesar de una horda emponzoñada
condenada a beber semanalmente;
a pesar de evitar constantemente
a escritores en los telediarios
en pos de futbolistas millonarios;
a pesar de todo esto, Montequinto,
ha querido ceder a la lectura
un rincón sin mordaz telebasura,
sin fútbol, sin violencia o botellón:
cede espacio a las páginas preñadas
que los libros regalan con sus hadas,
prendidas por las chispas de ilusión.