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Misericordia y Angustias son ya dos devociones que están indisolublemente unidas a la jornada de vísperas por excelencia. En un Viernes de Dolores que hasta la fecha siempre había tenido regusto a veneraciones en Aníbal González y la collación de San Sebastián, suma desde el año pasado la Calle Real como otro de los enclaves cofrades por excelencia en esta jornada.

La casa hermandad de Santo Entierro se convirtió este Viernes de Dolores en punto de salida y entrada de la procesión de la Agrupación de la Misericordia y Angustias, quien volvía a poner por segundo año consecutivo sus dos pasos en las calles de Dos Hermanas. Lo hacía con las últimas luces del día, cuando el viernes iba buscando las sombras de una noche de Vía Crucis con el Cristo de Vera-Cruz. Pero antes, otro Señor en el madero, en su Misericordia, se dejaba ver por las calles de la ciudad, mientras una saeta del sevillano Álex Ortiz lo recibía en su salida.

La imponente talla que salió de la gubia de Manuel Téllez Berraquero, bendecido en 2020, en las vísperas de la irrupción de la pandemia, procesionó iluminado por sus nuevos candelabros de guardabrisas y con un exorno en tonos morados, púrpura y lila a base de rosas, claveles, allium, tulipán, statice, eringium, lentisco y helecho.

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Tras el Cristo de la Misericordia, la centuria musical de la Banda de Presentación al Pueblo, que con las marchas La Valiente, Amor y Sacrificio, Jesús o Barrabás y Macarena le acompañó en sus primeros pasos mientras buscaba su barrio por la calle Santa María Magdalena. Antes, con la primera oscuridad de la noche, imponía ver a este Crucificado abriéndose paso por la estrechez del callejón San Luis a los repiques de tambor de su banda.

Tras recibir una ofrenda floral de la Hermandad de Amargura y con su candelería toda encendia, salía la Virgen de las Angustias. Mostraba un aspecto distinto al de su primera salida bajo palio de las vísperas de 2021. Las bambalinas de terciopelo negro se habían enriquecido con sus flecos de bellotas y borlas doradas, además de lucir cuatro nuevas jarras de flores en su paso. Y a los pies de la Dolorosa, que lucía nuvevo pecherín de encaje, figuraba una media luna.

Y sobre su cabeza, en pleno Año Jubilar, la Virgen de Valme en un nuevo Gloria que pintase Joaquín Alcántara Pérez. Completando la imagen de este paso de palio un exorno floral de flores blancas, con calas de ceras, claveles o clavellinas, entre otras.

Sones de Ciudad de Dos Hermanas

La Banda de Música Ciudad de Dos Hermanas fue la encargada de poner los sones cofrades en su discurrir ya en la noche del Viernes de Dolores. Tras la saeta que le cantara Álex Ortiz, sonó tras su palio Angustia en el Calvario, Estrella Sublime y Reina de San Román, con la que se fue sumergiendo en la oscuridad del Callejón San Luis.

A su paso por la Plazoleta Menéndez y Pelayo, delante del monumento a Valme, la Dolorosa se meció al ritmo de Al cielo reina de Triana, presentándose ante los titulares de la Hermandad de la Sagrada Cena con Triana, tu Esperanza, XXV Años de Amparo y Ave María. Cuando El Viernes de Dolores ya se confundía con el Sábado de Pasión, en su regreso a la casa hermandad de Santo Entierro, la Virgen de las Angustias dejó otra de las estampas para el recuerdo, cuando, de nuevo en la estrechura de San Luis, sonaba tras su manto negro la marcha Margot.

El palio entró en el templo con Costaleros de la Virgen del Amparo, Triana y Encarnación Coronada, despidiéndose de Dos Hermanas hasta la próxima Semana Santa. Tras esta procesión, el Sábado de Pasión, los Titulares de Misericordia y Angustias regresaron a su casa, la Parroquia del Amparo.

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