Al acoso y derribo

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En las mejores familias puede ocurrir que haya una oveja negra. Si una familia tiene la desgracia de tener un hijo que se dedica a estafar, mentir, maltratar a los demás, etc., no por eso tenemos derecho a criticar al resto de la familia ni a darle la espalda.

Esta comparación viene a cuento de la facilidad con que muchos, cuando aparece algún miembro, sea religioso o seglar comprometido, de la Iglesia Católica con declaraciones o actos irrespetuosos o indignos, con una rapidez inusitada se lanzan a arrojar basura contra toda la Iglesia, criticando a todos sus miembros.

Ya sabemos que por el hecho de pertenecer a la misma debemos tener la obligación de dar ejemplo. Pero, como expresaba en el párrafo inicial, en esta familia tan extensa pueden existir personas que a veces fallan. Somos personas y no somos perfectos.

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Esto no es una excusa para justificar a nadie, pero no se debe atacar a todos por los fallos, defectos o escándalos que puedan generar algunos. Los escándalos o abusos que se den deben ser corregidos, perseguidos o denunciados en cada caso concreto y poner los medios posibles para que no vuelvan a suceder. Pero no debemos hacer una generalización por algunos casos particulares.

¿Por qué metemos en el mismo saco a todos? ¿por qué solemos lanzarnos a criticar a todos por la conducta de unos pocos?

Hay actualmente una tendencia a tener esta actitud ante la Iglesia en general. Se proclaman a bombo y platillo las declaraciones o escándalos que se producen. Incluso a veces se inventan calumnias y se procura propagarlas. Y muchos caen en la trampa y si hay que compartir una noticia al respecto por internet no se paran en comprobar la veracidad de la misma. No nos damos cuenta de que cada día más noticias falsas se dan como verídicas por internet y corremos inocentemente (o quizás no) a compartirlas y propagarlas.

¿Por qué no analizamos globalmente el papel que desempeña la Iglesia? Hay millares de personas comprometidas dentro de ella que desarrollan actividades encomiables de ayuda a los demás en distintos aspectos y necesidades.

Estoy convencido de que hay una corriente interesada, no sé por qué, en criticar, calumniar e incluso, si pudiera, en destruir a la Iglesia. Lo lamentable es que hay muchos que, por pasotismo o por presumir de progres, les siguen el juego.

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