Divorcio con niños

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¿Qué hacemos con Maisie?

¿QUÉ HACEMOS CON MAISIE?

Fue un autor mayúsculo como Alfred Hitchcock el que dijo que “nunca se te ocurra hacer una película con animales, ni con niños”. Y es que rodar con menores puede ser difícil, problemático en muchos momentos del proceso, aunque hay veces que el resultado final hace que uno se olvide de los malos ratos pasados por el camino. Este es uno de esos casos, ya que el trabajo de la jovencísima Onata Aprile es de los que elevan una película hasta niveles que la historia no tiene.

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{xtypo_code}Estados Unidos, 2012 (99′)
Título original: What Maisie knew.
Dirección: Scott McGehee, David Siegel.
Producción: Daniel Crown, Daniele Tapling Lundberg, Charles Weinstock.
Guión:  Nancy Doyne, Carroll Cartwright, basado en la novela de Henry James.  
Fotografía: Giles Nuttgens.
Música:  Nick Urata.
Montaje:  Madeleine Gavin.
Intérpretes: Julianne Moore (Susanna), Steve Coogan (Beale), Alexander Skarsgaard (Lincoln), Joana Vanderham (Margo), Onata Aprile (Maisie), Sadie Rae (Zoe), Jesse Stone (Martin).{/xtypo_code}

En Nueva York, la pequeña Maisie, con apenas seis años, se ve metida de lleno en el divorcio de sus padres, cuya relación se ha hundido por completo, y ahora pelean por la custodia de su hija. Ella es Susanna, una madura estrella del rock, y él Beale, un importante marchante de arte. En medio del proceso, Beale se casa con Margo, la niñera de Maisie, lo que empuja a la despechada Susanna a hacer lo mismo con su amigo Lincoln. Con los dos padres enzarzados en una pelea sin ganadores, la pequeña se encariña con sus nuevos padres ‘postizos’.   

La película es una revisión de la novela homónima de Henry James. Mucho ha llovido desde que el autor escribiera aquel retrato de una sociedad corrompida en la que un matrimonio se separaba bajo la atenta y perpleja mirada de su hija, hace más de un siglo. Y, a pesar de la modernidad de aquella obra, las relaciones humanas de hoy son bastante diferentes a las de entonces.

Hay muchas películas sobre matrimonios que se desmoronan, que se deshacen sin control, incluso en algunas de ellas también hay niños, y niños que sufren durante el proceso. La diferencia aquí es que lo vemos absolutamente todo desde los ojos de la pequeña, una deslumbrante Onata Aprile que soporta estoicamente sobre sus hombros el peso de toda la película. La cinta consigue que el espectador se identifique con la mirada inocente de la cría y, a pesar de que comparte su desconcierto, también nota que entiende lo que ocurre más de lo que parece, en una situación en la que los padres biológicos parecen pasarse a la niña como si fuese una pelota de ping-pong.

Si bien es cierto que la joven Aprile es la sorpresa mayúscula de esta historia, el resto del reparto también tiene unas actuaciones poderosas. Aunque la historia en sí (que no el tratamiento) puede sonar a ya vista, los directores consiguen enganchar y que prestar atención en todo momento sea fácil.

 

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