«Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero los hay que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles.»
Creo que esa es la frase más idónea para despedirte. Son cosas que deberíamos decir en vida, pero da la casualidad de que los seres humanos sólo reconocemos méritos cuando una persona muere. Es curioso el recuerdo que guardo de ti: siendo yo pequeño, cuando iba a jugar con tu nieto a tu casa; un poco más mayor, en el APA del colegio Ibarburu con mis padres, y ya en los últimos años, de compañeros de lucha por un barrio mejor. La Zona Sur de Dos Hermanas te debe mucho, por tu incansable labor hasta tu último día en el movimiento vecinal; por haber sido uno de los motores de la AAVV Antonio Machado.
Y en el terreno de lo personal, te debo toda la confianza que depositabas en mí, las palabras de ánimo durante mi vida estudiantil, la alegría con la que celebrabas mis triunfos…
Te has marchado tan inesperadamente que incluso me cuestan las palabras para despedirte. Sólo espero que esta ciudad tenga la decencia de reconocer tu labor aunque hayas sido una de esas personas “molestas” para el sistema establecido; un revolucionario a tu manera. Hasta siempre, hombre del pelo blanco, y aunque ya no estés entre nosotros, todavía tenemos que hablar de muchas cosas, compañero del alma, compañero.
