Tocado y hundido

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1101BATTLESHIP

Peter Berg, que debutó con aquella gamberrada suma que fue Very bad things, nos llega ahora con este engendro, subproducto del cine de acción y palomitas, película de hecatombes y apocalipsis, basado libremente en el conocido juego de mesa de los barquitos, donde todo es obvio y previsible y, sin embargo, la trama avanza a base de giros inverosímiles, trampas y correciones del guion, según le interese, hacia uno u otro lado.

{xtypo_code}Estados Unidos, 2012 (135′)
Dirección: Peter Berg.
Producción: Sarah Aubrey, Peter Berg, Brian Goldner, Duncan Henderson, Bennett Schneir, Scott Stuber.
Guión:  Eric Hoeber, Jon Hoeber.  
Fotografía: Tobias A. Schliessler.
Música: Steve Jablonsky.
Montaje: Colby Parker Jr, Billy Rich, Paul Rubell..
Intérpretes: Liam Neeson (Almirante Shane), Taylor Kitsch (Alex Hopper), Alexander Skarsgård (Stone Hopper), Brooklyn Decker (Samantha), Rihanna (Raikes), Jesse Plemons (Ordy), John Bell (Angus), Peter MacNicol (Secretario de Defensa), Tadanobu Asano (Nagata).{/xtypo_code}

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Desde el principio (aparte del prólogo de presentación de los personajes, y de la insufrible e innecesaria secuencia del partido de fútbol de más de diez minutos) se nos cuenta el quid del asunto. Se ha descubierto un planeta semejante a la Tierra. El jefe de turno lo anuncia a la prensa, se va a enviar un mensaje a dicho planeta, mientras uno de los empollones que ha descubierto todo teme lo peor. Y, efectivamente, desde ese planeta llega un grupúsculo de naves que van a dar, a pesar de toda su inteligencia, justo al lado del lugar en el que la marina americana realiza unas maniobras junto a las armadas de varios países más. Y pronto se lía todo, empiezan los ataques, los exterminios, varios barcos son destruidos con todo su personal a bordo, y los alienígenas crean un campo de fuerza del que nadie puede salir (tres barcos quedan atrapados dentro) ni entrar (el resto de los integrantes de las maniobras), que están a la espera de que algo cambie. En medio de todo está el prota, un perdedor que lleva pocos meses en el cuerpo, con potencial pero que tiene un pronto que le pierde, y que va a ser despedido de la marina en cuanto vuelvan a tierra. Eso sí, ni la más mínima idea de por qué siendo tan problemático y a punto de irse a la calle, se queda al mando del barco en cuanto caen dos superiores.

La cinta se asienta en el poder de su estruendo pirotécnico. Ni la historia tiene el más mínimo suspense, ni la intriga (la duda por saber qué va a pasar) hace acto de presencia en ningún momento, ni las interpretaciones son destacables (¿qué demonios pinta Liam Neeson, que tan buenos papeles nos ha regalado, aquí?, ¿quién le ha dicho a Rihanna que pruebe como actriz?). Ni hablar ya del modo en el que el director trata la historia: cuatro tramas paralelas, pero sin venir a cuento deja de lado una de ellas (la de los barcos que están fuera de la burbuja) durante casi una hora, acude en raras ocasiones (simplemente para rellenar y añadir minutos) a la reunión de los jefazos del estado en el despacho (por cierto, desaparecen de golpe y nunca más se vuelve a acudir a ellos).

Es cierto que las películas apocalipticas y pirotécnicas, las que se basan únicamente en las explosiones y en los efectos especiales, no pasarán a la historia del cine. Ninguna de ellas. Pero hay clases y clases. Y con esta Battleship, cinta insustancial, alargada innecesariamente (con setenta minutos hubiese sido más que suficiente) uno echa de menos las películas de Michael Bay. Que ya es decir.

 

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