Enfrentarse a la tentación

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1501SOLO UNA NOCHE

La directora estadounidense de origen iraní Massy Tadjedin debuta con esta cinta, con un drama romántico sobre las relaciones, los celos, el adulterio y la (des)confianza. No es la primera vez que se hace una película con esta temática, ni mucho menos. Pero lo que sí hay son algunas diferencias, algo que no es común en este tipo de cintas.

{xtypo_code}Estados Unidos-Francia, 2010. (90′)
Título original:  Last night.
Escrita y dirigida:  Massy Tadjedin.
Producción: Christophe Riandee, Massy Tadjedin, Nick Weschler.
Fotografía:  Peter Deming.
Música: Clint Mansell.
Montaje: Susan E. Morse.
Intérpretes: Keira Knightley (Joanna Reed), Sam Worthington (Michael Reed), Eva Mendes (Laura), Guillaume Canet (Alex), Anson Mount (Andy), Stephanie Romanov (Sandra), Griffin Dunne (Truman), Stephanie Romanov (Sandra), Justine Cotsonas (Maggie).{/xtypo_code}

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Joanna y Michael forman un matrimonio aparentemente feliz, estable, pero también rutinario. Tras una cena de trabajo, ella cree presenciar algo entre su marido y una compañera de trabajo, con la que al día siguiente tiene que realizar un viaje para presentar un proyecto. La semilla de la duda crece en ella cuando, ya con su marido fuera, se encuentra con Alex, un amor del pasado, y empezará a replanteárselo todo.
La historia, que transcurre en poco más de una noche, está narrada en paralelo, mezclando las historias de las dos partes del matrimonio con un buen trabajo de montaje que tiene detalles bastante buenos. Todo se centra en los cuatro personajes principales, incluso los pocos secundarios parecen estar únicamente como apoyo, explicativo o aclaratorio de las actuaciones o decisiones que toman, de ellos. Aunque lo cierto es que no todo está al mismo nivel: si por un lado, la historia de Keira Knightley está bastante bien, engancha y convence, por otro, la de su ‘marido’ Sam Worthington con Eva Mendes, es mucho más típica y convencional.

Tadjedin rueda con elegancia y con madurez una historia sobre las tentaciones, la dificultad de escapar de ellas, y confronta las diferencias entre el adulterio de pensamiento y el real. Logra que los personajes jueguen con los silencios que dicen más de lo que ocultan, con las miradas que lo cuentan todo, con sonrisas y lágrimas. Pero su mayor logro es que no juzga. No hay buenos ni malos, sólo tentaciones, flirteos, a los que los personajes (con los que el espectador puede identificarse con mucha facilidad) se enfrentan, teniendo distintos resultados, diferentes reacciones. Y que en ocasiones, pensar en la infidelidad puede ser más peligroso que llevarla a cabo. Sería algo así como una tensión sexual no resuelta, que queda enquistada, y permanece presente hasta que se resuelve de uno u otro modo.

Y sobre todo, que Tadjedin consigue crear debate, que después de la proyección los espectadores hablen, discutan, comenten, qué harían, qué piensan, qué les ha pasado…

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