La extraña pareja

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1101Un cuento chino

Hay actores que ya de por sí garantizan que te lo vas a pasar bien con una película. Puede ocurrir que la cinta en cuestión sea mala de narices, pero simplemente por verle trabajar, por verle en acción, merece la pena ir al cine y ver la película. Y no son demasiados los que lo consiguen. El argentino Ricardo Darín entra en este reducido grupo. Todo ello a pesar de que el papel que interpreta aquí está lejos del tipo al que nos tiene acostumbrados.

{xtypo_code}Argentina-España, 2011
Escrita y dirigida:  Sebastián Borensztein.
Producción: Gerardo Herrero, Juan Pablo Buscarini, Pablo Bossi, Isabel Garcia Peralta.
Fotografía:  Alwin H Kuchler.
Música: Lucio Godoy.
Montaje: Fernando Pardo.
Intérpretes: Ricardo Darín (Roberto), Huang Sheng Huang (Jun Quian), Muriel Santa Ana (Mari), Enric Rodríguez (Roberto, joven), Ivan Romanelli (Leonel).{/xtypo_code}

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Roberto es un huraño, solitario, metódico y extremadamente obsesivo ferretero de Buenos Aires. Un día ve como, desde un taxi, arrojan a Jun, un chino al que el taxista y sus secuaces han desvalijado. Jun no tiene un solo peso, y no habla más que chino, con lo que la comunicación entre ambos se torna imposible. Así, tras intentar llevarlo a una comisaría y a la embajada de su país sin éxito, se ve obligado a llevárselo a su casa y tratar desde allí de solucionar el asunto, porque el dejarlo en la calle tirado no entra en su carácter. Pero todo lo que Roberto intenta no resulta y tiene que convivir con alguien a quien no conoce, con una cultura distinta y con quien no se puede comunicar durante más tiempo del esperado.

Un cuento chino es una película amable, a ratos divertida, a ratos surrealista (las imágenes de esas noticias de muertes absurdas que el protagonista recopila de los periódicos y que resulta ser el punto de unión entre dos seres en principio tan alejados), con algunos leves retazos de tristeza, que resulta creíble, aunque al final se deja llevar y termina con un desenlace demasiado previsible, que se amolda a las convenciones más tópicas, quizás para contentar a la mayoría de público.

Pese a todo, la cinta está dirigida con solvencia, no hay estridencias, y es fácilmente disfrutable. Una película divertida, que hace gozar de un buen rato de cine, y que nos viene a decir que, en realidad, el mundo es un pañuelo, que no son tantas las diferencias que nos separan como los sentimientos que nos unen. Se agradece que no se decante (a pesar de todo, y aunque el tema se prestaba con facilidad a ello) por una sensiblería que lo estropearía todo.

 

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