El 19 de diciembre fallecía en el Hospital Universitario de Valme José García Bonilla, al que conocí el año 1951 cuando comencé a trabajar por primera vez en Sevillana de Electricidad en la Brigada de Líneas con Antonio Cagajón, Salguero, Capote y Manuel Benitez. Eran los tiempos de Ramón Sánchez-Pizjuán, el viejo Nervión, Helenio Herrera, el famoso gol de Ayala, la defensa Guillamón, Campanal y Valero. Desde el primer momento nos identificamos, Bonilla era una persona afable y educada y su persona era apreciada por todos sus compañeros.
Los días de partido nos veímaos en la Puera La Carne, en el Bar Cobos para tomar café y comprar pescado frito, aceitunas y pan junto a Tejidos Fermín Alfaro, para el intermedio del encuentro. Eran los tiempos que se veían en bicicleta Abalardo Reina Meléndez, Frasquillo el de Vicenta y el Quiqui de la Morena para ver su Betis con sus escuditos en la solapa sin corona del Betis republicano. Entonces nos decían que eramos de «Queipo y del Tito Paco» y algunos dirigiamos desde la sombra a las Juventudes Libertarias de la C.N.T. de Dos Hermanas.
Nadie vió a Bonilla en discusiones acaloradas sobre los goles de Araujo, era un sevillista pacífico, no era un Pepe Aliaño diciendo «la primavera es bella pero insolentemente verde» o Jurado Sánchez discutiendo en la esquina del corne con Gainza en el viejo Nervión. Bonilla era todo un caballero dentro y fuera del hoy estadio Ramón Sánchez-Pizjuán, es muy difícil olvidar su personalidad. ¡Hasta siempre sevillista José García Bonilla!
