Otra crisis perdida

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Hace ya muchos meses que la crisis económica llena las páginas de la prensa, ocupa las pantallas de la tele y está en boca de políticos, aficionados y tertulianos. La quiebra del sistema financiero desencadenó la alarma de los países desarrollados, con repercusiones en todo el mundo. Se habló de un fracaso del sistema, erosionado por la ambición desmedida, la ganancia fácil, la especulación y la falta de escrúpulos. Y llegó a plantearse el cambio del sistema capitalista.
Recientemente ya se empieza a hablar de recuperación, de brotes verdes; y la ilusión de volver rápidamente a lo de antes, hace pensar que va a ser una crisis perdida, pero no superada. Pasado el susto, la crisis, o sea, el aviso del sistema, otra vez vuelta a las andadas. Los poderosos recobrarán el aliento, pero no habrán escarmentado. Introducirán algunas correcciones, algunas mejoras, eliminarán algunos fallos, controlarán algunos abusos, pero todo seguirá igual que antes. Igual de mal para la mayoría de los pueblos y de sus gentes empobrecidas hasta el extremo. Porque, desengañémonos, los ricos volverán a ser ricos y los pobres tendrán que seguir conformándose con las migajas que caen de las mesas de los ricos. Eso sí, en pomposos planes de cooperación para que todo siga igual.
Se habrá perdido la gran ocasión, la oportunidad, servida en bandeja de plata por la crisis, de encararse con el sistema y poner coto a los abusos de un capitalismo que pretende seguir dominando el mundo, degradando la naturaleza y el medio ambiente explotando a los seres humanos reducidos a “mano de obra” y humillando miserablemente las democracias políticas, que no económicas. Porque lo único que interesa es el crecimiento, la rentabilidad, el desarrollo, el beneficio… ¿de quiénes.? De la humanidad, desde luego, no. Mil millones de seres humanos pasan hambre y tres mil millones están desnutridos. Pero ¿qué importan cuatro mil millones de personas, si crece el producto interior bruto y se recupera el ritmo de un desarrollo sostenible para los mismos se siempre…aunque sea insoportable para la mayoría.?
Pensamiento de “ un futuro común”: La crisis económica es la oportunidad de liberarse del pasado y cambiar el sistema.(Situación).
El evangelio nos insta a mirar con la cabeza bien alta el futuro, sin volver a las andadas.(La Palabra).
Y es que hace falta esperanza y solidaridad para afrontar, sin trampas, “un futuro común”. (Compromiso).

Hace ya muchos meses que la crisis económica llena las páginas de la prensa, ocupa las pantallas de la tele y está en boca de políticos, aficionados y tertulianos. La quiebra del sistema financiero desencadenó la alarma de los países desarrollados, con repercusiones en todo el mundo.Se habló de un fracaso del sistema, erosionado por la ambición desmedida, la ganancia fácil, la especulación y la falta de escrúpulos. Y llegó a plantearse el cambio del sistema capitalista.

Recientemente ya se empieza a hablar de recuperación, de brotes verdes; y la ilusión de volver rápidamente a lo de antes, hace pensar que va a ser una crisis perdida, pero no superada. Pasado el susto, la crisis, o sea, el aviso del sistema, otra vez vuelta a las andadas. Los poderosos recobrarán el aliento, pero no habrán escarmentado. Introducirán algunas correcciones, algunas mejoras, eliminarán algunos fallos, controlarán algunos abusos, pero todo seguirá igual que antes. Igual de mal para la mayoría de los pueblos y de sus gentes empobrecidas hasta el extremo. Porque, desengañémonos, los ricos volverán a ser ricos y los pobres tendrán que seguir conformándose con las migajas que caen de las mesas de los ricos. Eso sí, en pomposos planes de cooperación para que todo siga igual.

Se habrá perdido la gran ocasión, la oportunidad, servida en bandeja de plata por la crisis, de encararse con el sistema y poner coto a los abusos de un capitalismo que pretende seguir dominando el mundo, degradando la naturaleza y el medio ambiente explotando a los seres humanos reducidos a “mano de obra” y humillando miserablemente las democracias políticas, que no económicas. Porque lo único que interesa es el crecimiento, la rentabilidad, el desarrollo, el beneficio… ¿de quiénes.? De la humanidad, desde luego, no. Mil millones de seres humanos pasan hambre y tres mil millones están desnutridos. Pero ¿qué importan cuatro mil millones de personas, si crece el producto interior bruto y se recupera el ritmo de un desarrollo sostenible para los mismos se siempre…aunque sea insoportable para la mayoría.?

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Pensamiento de “ un futuro común”: La crisis económica es la oportunidad de liberarse del pasado y cambiar el sistema.(Situación).El evangelio nos insta a mirar con la cabeza bien alta el futuro, sin volver a las andadas.(La Palabra).Y es que hace falta esperanza y solidaridad para afrontar, sin trampas, “un futuro común”. (Compromiso).

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