El paisaje como protagonista

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Tras numerosos y reconocidos trabajos en el mundo de la publicidad y la post-producción, Gabe Ibáñez debuta en la dirección con esta cinta que, equivocadamente, muchos piensan (antes de su visionado) que es una cinta de terror. Nada que ver. Hierro es más un filme de intriga, o incluso un drama sobre la pérdida, que otra cosa.

 

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{xtypo_code}España, 2009 (91’)
Director: Gabe Ibáñez.
Producción: Álvaro Augustín, Jesús de la Vega.
Guión: Javier Gullón.
Fotografía:  Alex Martínez.
Música: Zacarias M. de la Riva.
Montaje:  Quique García i Vila.
Intérpretes: Elena Anaya (María), Bea Segura (Laura), Andrés Herrera (Antonio), Mar Sodupe (Tania), Miriam Correa (Julia), Javier Mejía (Matias), Kaiet Rodríguez (Diego).{/xtypo_code}

En algunos momentos puede recordar a Plan de vuelo: Desaparecida (aquella peli con Jodie Foster desatada en un avión que cruzaba el Atlántico desde Berlín a Nueva York); de hecho, en principio, es muy similar (durante un viaje en ferry a la isla de Hierro, donde van a pasar unas vacaciones, una madre pierde a su hijo, que desaparece sin que nadie haya visto nada). Aunque las diferencias con la cinta americana son más que evidentes: para empezar, lo que en aquella ocupaba toda la cinta, en esta es apenas una cuarta parte de la misma, ya que la historia se centra meses después, cuando la madre de la criatura (una grandísima Elena Anaya) recibe la llamada de los policías del lugar anunciándole la aparición del cadáver de un niño y ella debe volver al paisaje marciano de la isla. Sin olvidar que, aquí, la protagonista no es una superheroína que se enfrenta (y gana) a los malos con bombas incluidas y todo, sino una auténtica sufridora, que sale malherida (en cuerpo y alma) de los enfrentamientos y de los retos que la vida le ha puesto por delante.
Ibáñez ha planteado una historia en la que la isla y sus paisajes entre oníricos y alienígenas son los coprotagonistas de la historia.

Hierro nos presenta algunas de las imágenes más bellas del cine español reciente, aunque para los amantes de las cintas de explosiones y espectaculares efectos variados eso les diga y les sirva de más bien poco. Cierto que en ocasiones puede dar la sensación de que se pierda entre tanto preciosismo y se olvide un poco de la historia, pero la mayoría de las veces consigue el resultado buscado, y pega ese pellizco en el estómago que el argumento necesita.

La cinta ha recorrido diversos festivales, y en Sitges su protagonista recibió el premio a la mejor actriz, una Elena Anaya (una debilidad personal confesable) que está soberbia, y que se muestra tan poco pudorosa como siempre, en una película que no se presta a la presencia de escenas que inviten quitarse la ropa.

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