Ya tenemos nuevo Obispo;
otro cura que se ha visto
propuesto a ser nuestra guía,
con todo el valor que encierra
ser el pastor de esta tierra
que es la tierra de María.
Yo que, como nazareno,
doy la mano al que aquí arriba,
permítame que le escriba
—monseñor recién llegado—
sobre algunos pormenores,
detallitos y primores
del marrón enjaretado.
Verá vacíos los templos…
aunque, en tiempo de Cuaresma
una marabunta inmensa
de seres engominados,
rancios todos, perfumados
con cierto tufo a incensario,
formarán una masa ingente
mostrando el lado indecente
de un orquestado escenario.
Desconfíe, pero asuma;
de su opinión, más no ofenda;
equilibre sus prebendas
a las rancias hermandades;
ni mienta ni de verdades;
sufra poco y, si acaso,
que no lo descubran, hombre,
pues no hallará ningún pobre
que le perdone el fracaso.
Tiene aquí, en fin, una mezcla
de historia cosmopolita,
quinquis, canis, capillitas,
Montecillos, botellona,
pijitas y marujonas,
progres de caída capa,
muchos bares, buenas tapas,
Semana Santa, ombliguismo,
triste crisis, pesimismo,
cierto tufo a fantasmón,
buena gente y buen desmadre:
de parte de todos, padre,
bienvenido, Monseñor…