Las aguas del río Nilo fueron las mayores de una civilización de miles y miles de años en el antiguo Egipto, no porque fuesen divinas, es que arrastraban toneladas de nutrientes del continente africano.
El Nilo era una vena de sangre como las que recorren nuestro cuerpo, que nutren nuestros órganos y nuestras células.
Egipto no fue grande gracias a su faraones ni a sus dioses. Fue grande gracias al río Nilo. Los mitos cambian la realidad real por la irrealidad, y la hacen real.
Gran patrimonio de occidente es la filosofía de la Grecia clásica, madre de todas las ciencias. Frente a la posible supervivencia de la humanidad y en contra de ésta, occidente desprecia a la filosofía y defiende los mitos y la fantasía de mundos irreales como el mundo clásico de Egipto, dioses y faraones, que vivían y pensaban solo en la muerte y volver a la tierra otra vez como un faraón-dios.
Los nutrientes que les proporcionaba el río Nilo ni los agradecían. No es acusarlos de desagradecidos, es que no tenían idea de esas riquezas. A ellos les fascinaba el brillo del oro, sus ritos a los faraones y la grandeza de sus tumbas.
Más o menos como nos pasa ahora en occidente, con nuestras bombas atómicas y refugios nucleares. Por supuesto solo para los faraones que creen que ellos supervivirán como los faraones egipcios.
Si les hablo de Cristo se me caen de risa y me califican de "facha". A la humanidad le seducen los mitos. Los ritos y los símbolos que cambian la realidad real por otra realidad virtual, fantástica, infantil, inmadura… pero les gustan y es lógica, porque la ciencia sin lógica y sin la razón no es ciencia, y sin efecto-causa tampoco.
Esa revolución cultural es la asignatura pendiente de occidente, poner en su justo valor a la filosofía-ciencia, humanidad y humanismo. Y el resto del mundo que crea lo que quiera creer, éste es su derecho humano.
