Trabajar es servir

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El trabajo es un factor económico, pero es mucho más. No es sólo una mercancía abandonada al libre juego del llamado mercado libre ( que nunca es libre), sino una actividad humana necesaria para el desarrollo del individuo y de la sociedad. Resulta abusiva, y las más de las veces injusta, la explotación del trabajo en beneficio de los intereses económicos, en menoscabo del trabajador y con menosprecio de la dignidad del ser humano. Como resulta insoportable la apropiación del trabajo por la economía. Porque el trabajo no es sólo factor económico. 

Lo importante del trabajo no es el salario, que se paga, sino el servicio que se presta. Porque lo que de verdad importa no es el medio euro que se paga por el pan, sino el pan que necesitamos para vivir. Y eso no tiene precio, como no tiene precio la categoría humana de cualquier trabajo bien hecho. Lo que de verdad vale es la persona que trabaja, sea lo que sea, y la persona que lo aprovecha y así satisface su necesidad. Porque la sociedad es fundamentalmente un intercambio de servicios. El ser humano no puede vivir solo, porque su naturaleza es social. Lo que significa, de una parte, que la única forma posible de vida humana auténtica es la convivencia. Y significa, también, que el ser humano no  sólo puede entrar en comunicación con los otros, sino que necesita de los otros. Y esas necesidades se satisfacen con el trabajo de todos y cada uno. Todos somos necesarios. Y el trabajo de todos y cada uno también.
El mercado es el procedimiento para intercambiar esos servicios. Y un buen procedimiento para agilizar el mercado es el dinero. Pero el dinero no debe ocultar la realidad, el precio no debe desvirtuar el valor de los servicios, el mercado no debe relegar  al ser humano, machacando su dignidad y prescindiendo de lo que realmente está en juego, que es el servicio, la contribución de todos a la felicidad de todos. No sólo sirven los que mandan, o los que educan, o los que enseñan…también sirven todos los que trabajan. Y el trabajo peor pagado es también un servicio y acaso más digno que otros mejor pagados. Porque en nuestro mundo, mercantilizado, nunca se paga lo que vale. Y los precios no siempre significan valor, utilidad, servicio, sino especulación y ejercicio abusivo de un poder que nunca es servicio.

“Con su trabajo el hombre ha de procurarse el pan cotidiano, contribuir al continuo progreso de las ciencias y la técnica, y sobre todo a la incesante elevación cultural y moral de la sociedad en la que vive en comunidad con sus hermanos.”
Laborem Exercens. 

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