Puede que suene políticamente incorrecto en los tiempos que corren pero, aún compartiendo la imperiosa necesidad de crear mejores papeles para las actrices, de darle mayor peso en las películas, más allá de la de ser mero acompañamiento del protagonista masculino de turno, de darle voz y mayor peso a realizadoras, escritoras, compositoras, directoras de fotografía y demás componentes del equipo técnico, no creo que el camino hacia ello sea el de hacer reboots, spin-offs, versiones varias de filmes que anteriormente estuvieron protagonizados por un grupo masculino y hacer ahora una versión femenina.
Ocurrió con Mad Max (vale, la nueva entrega resultó una obra soberbia), con Ghost-busters (bastante más floja), y ahora con esta Ocean’s 8, emparentada con la saga que dirigió Steven Soderbergh (que aquí ejerce de productor) y protagonizaron George Clooney y Brad Pitt, y que a su vez ya era un remake de otra película de los sesenta, con Frank Sinatra en el papel principal, y Lewis Milestone en la dirección.
No es esta una versión estrictamente hablando, ya que el papel protagonista lo ejerce Debbie Ocean (Bullock), hermana de Danny (Clooney en la original), y ladrona y estafadora como él. Tras salir de la cárcel, se reúne con su vieja amiga Lou (Blanchett), con la que formará un cualificado equipo con el que llevar a cabo el robo, calculado al milímetro, de un exquisito y carísimo collar de diamantes que llevará la actriz Daphne Kluger (Hathaway) durante la gala del MET, en Nueva York, donde se reúne lo más granado de la sociedad americana.
Estados Unidos, 2018 (110’)
Título original: Ocean’s Eight.
Dirección: Gary Ross.
Producción: Susan Ekins, Steven Soderbergh.
Guión: Gary Ross, Olivia Milch, basado en los personajes creados por George Clayton Johnson y Jack Golden Russell.
Fotografía: Eigil Bryld.
Música: Daniel Pemberton.
Montaje: Juliette Welfling.
Intérpretes: Sandra Bullock (Debbie Ocean), Cate Blanchett (Lou), Anne Hathaway (Daphne Kluger), Richard Armitage (Claude Becker), Mindy Kaling (Amita), Sarah Paulson (Tammy), Awkwafina (Constance), Rihanna (Nine Ball), Helena Bonham Carter (Rose Weil), James Corden (John Frazier), Dakota Fanning (Penelope Stern).
A pesar de que lo intenta, usando el estilo del original, Gary Ross no es Soderbergh, y aunque se percibe ese propósito de mantener cierta coherencia estilística con las tres cintas anteriores, no se consigue igualar ni la dirección, ni el montaje, ni la banda sonora. Y se percibe una falta de energía que lastra la película, que en otras manos podría haber ganado mucho. Se echa de menos ese brillo, ese glamour que estaba presente en los golpes de Danny Ocean y su equipo. Y ello puede parecer contradictorio teniendo en cuenta el reparto que tenemos en esta Ocean’s 8. Pero así es. Ello no es óbice para que la película sea entretenida, claro.
En todo este encantamiento tienen mucho que ver el grupo de actrices protagonistas. La química entre Bullock y Blanchett es alta; Bonham-Carter brilla y Rihanna hace olvidar (con mucha facilidad) su trabajo en la muy pobre Battleship. Pero por encima de todas ellas está, sin duda alguna, una maravillosa Anne Hathaway que despliega todo su talento para la comedia en un papel de estrella odiosa y repelente, una diva total. La película sube enteros cuando ella está en pantalla.
Claro que, como en todas las películas de grandes robos, el proceso, la preparación, los inconvenientes que salvar, el atraco en sí… es lo que importa. Lo que cuenta es más el cómo se hace que qué se roba. Y en este caso, aunque se la vea venir, aunque sea predecible, el doble giro final (no por esperado deja de encantar) da una puntilla que deja un gusto agradable al espectador. Pero el efecto de sorpresa dura poco, y el encantamiento que ejerce el robo y (sobre todo) sus autoras, se desvanece rápidamente.
