Destrozar la historia

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A veces, el cine sirve para conocer la Historia. O para profundizar en una situación concreta, en unos hechos señalados, que marcaron el devenir de los tiempos posteriores, y que eran prácticamente desconocidos para la mayoría de la gente. Ello siempre es interesante, a pesar del obvio posicionamiento del narrador de la historia, que se puede compartir o no.

En este caso, esta cinta canadiense se enfrenta al genocidio ucraniano (conocido históricamente como Holomodor), que en los años treinta del siglo pasado acabó con entre cuatro y siete millones de personas por la hambruna provocada por Stalin, que hizo que su ejército arrasara con todo alimento del país.

Y la historia se personaliza en el joven artista Yuri, descendiente del mítico militar cosaco Ivan Katchaniuk, que abandona su pequeña aldea para ir a la capital ucraniana a probar fortuna, dejando atrás a su familia y a su joven esposa (Natalka, que se queda cuidando a su madre), para después regresar cuando todo se tuerce (aún más de lo que estaba).

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Canadá, 2017 (103′).
Título original: Bitter harvest.
Director: George Mendeluk.
Producción: Stuart Baird, Chad Barager, Jaye Gazeley, Ian Ihnatowycz, Roman Kindrachuk, George Mendeluk, Darko Skulsky.
Guión: Richard Bachynsky Hoover, Geroge Mendeluk.
Fotografía: Douglas Milsome.
Música: Benjamin Wallfisch.
Montaje: Stuart Baird, Lenka Svab.
Intérpretes: Max Irons (Yuri), Samantha Barks (Natalka), Terence Stamp (Ivan), Aneurin Barnard (Mykola), Barry Pepper (Yaroslav), Richard Brake (Medved), Tom Austen (Taras), Tamer Hassan (Sergei), Lucy Brown (Olena), Gary Oliver (Stalin), Richard Ashton (Padre Ostapovich).

Las intenciones son buenas, y se agradece que nos descubran una parte de la historia no lo suficientemente conocida. Lo malo es que el resultado es total y absolutamente nefasto. La historia está plagada de agujeros, el director no logra dar con el tono, ni narrativa ni visualmente, y con un estilo tosco que, por momentos aburre, por momentos empalaga (las escasas e iniciales escenas románticas son terribles), esta Cosecha amarga, historia terrorífica de lo terrible que puede llegar a ser el ser humano, llega a provocar alguna carcajada.

Las interpretaciones tampoco ayudan en nada, y ninguno de sus protagonistas parece saber qué se está contando, o cuál es la intención de todo este pastiche, que cuenta con bastantes escenas absurdas que parecen desconectadas del resto de la historia. Pero lo peor de todo es que, sin saber muy bien cómo abordar el tema, más allá de un grupo de escenas con multitud de cadáveres, Mendeluk ni siquiera aborda en profundidad el Holodomor, metiendo en escena algún grupo de cadáveres de vez en cuando, para ignorar todo el sufrimiento un segundo después.

El colmo del paroxismo llega pronto, cuando al joven Yuri le entregan, a la luz de las velas, la herencia de su padre, su sueño más profundo, que no es otra cosa que un folleto de Canadá.

Película Cosecha Amarga

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