Misericordia

0
- Publicidad -

(Lucas 3, 10-18)  “No puede vivir felizmente aquel que sólo se contempla a sí mismo, que lo refiere todo a su propio provecho: has de vivir para el prójimo, si quieres vivir para ti”. Escribía Séneca, uno de los más grandes filósofos españoles, en sus Cartas a Lucilio, y daba un impulso al dinamismo humanista de la filosofía occidental como pocas veces se ha hecho.

“Has de vivir para el prójimo”; ¿y cuándo no tiene uno fuerzas ni para vivir para sí?

Nuestra vida es como el cauce de un río: sólo podemos entregar lo que recibimos. Sólo si acogemos en nuestra debilidad y en nuestras carencias, la misericordia del Padre y la mano del hermano, podemos dar la mano y mirar con verdadera ternura al que sufre.

- Publicidad -

Quien mira con misericordia a su hermano lo contempla con alegría, abierto a la grandeza de su alma, reconociendo sus capacidades, buscando el camino para ir con él desarrollando su humanidad. Mirar con misericordia es reconocerse en el otro, reconocerlo en uno mismo.

Pero sólo el Padre puede mirarnos desde dentro, desde lo más auténtico de nosotros mismos. Y cuando el Padre te mira “se goza y se complace en ti, te ama y se alegra con júbilo”, así te lo dice quien se sintió mirado con misericordia y pudo alentar a un pueblo que vivía la desesperanza y el dolor, Sofonías.

¿Cómo tuvo que vivir Jesucristo la misericordia del Padre para acoger con tanta ternura, para levantar tanta esperanza, para interpelar con tanta fuerza, para conmover tan hondamente a quien lo contempló? Fuego de misericordia fue, es, su Vida.

 

- Publicidad -

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí
Captcha verification failed!
La puntuación de usuario de captcha falló. ¡por favor contáctenos!