1923. La Romería se luce y olvida la jornada lluviosa del año pasado

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2402Precioso golpe de vista de los bueyes y la carreta, adornados con bombillas eléctricas

Con la extraordinaria romería celebrada ayer quedó superada la polémica del año pasado (1922), cuando la Virgen fue llevada a Cuarto a pesar de que no paró de llover en todo el día.

Este año lució un espléndido sol. No cabía un alma en la Plaza Alfonso XII .Los bueyes, propiedad de José María Abaurre, aparecieron en la puerta de la iglesia tras el repique de campanas. En el frontil que lucían figuraban dos castillos, en cuyos extremos se veían diminutas bombillas eléctricas. A las siete y media en punto, y con los acordes de la Marcha Real, apareció Manuel Bautista con la venerada imagen de Nuestra Señora de Valme, a la que colocó en la carreta, bellamente engalanada por Diego Justiniano.

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Entre cohetes y vivas de la multitud emprendió la comitiva su peregrinar a Cuarto, encabezada por una pareja de la guardia rural y la banda de cornetas y tambores de la Cruz Roja. Acompañaban a la Virgen una infinidad de caballistas y numerosas carretas engalanadas, en un número que superaba al de años anteriores. Las jóvenes no paraban de cantar la letrilla “Vamos al Valme, /al Valme vamos, /cogiendo flores,/haciendo ramos.”.

A las once y media llegaron los romeros a Cuarto, donde el cura ecónomo de Dos Hermanas, don Manuel López Doval, pronunció un elocuente sermón. La misa fue dicha por el coadjutor Juan Benítez.

Cuatro horas de regreso
Cinco horas después se emprendió el regreso, tras el Santo Rosario y la Salve, haciendo su entrada en Dos Hermanas a las nueve menos cuarto con el mayor orden y lucimiento. El paso por las calles Santa María Magdalena, Reina Victoria y Valones resultó brillantísmo. La carreta ofrecía un golpe de vista fantástico, por la gran cantidad de bombillas eléctricas que lucía entre las flores. También estaban iluminados los balcones de las familias Troncoso y Galván.

A las diez de la noche llegó la romería a la parroquia, y al ser descendida la Virgen de la Carreta, se desbordó el entusiasmo, ensordeciéndose la plaza con los vítores y aplausos mezclados con los alegres acordes de las bandas de música. Se dispararon numerosos cohetes y se quemaron muchas y vistosas bengalas. Como fin de fiesta, se quemó un artístico castillo de fuegos artificiales.

En todo el día sólo hubo que lamentar dos incidentes: el de un músico que se cayó de la carroza que ocupaba y se produjo contusiones de alguna importancia (por lo que fue trasladado a Sevilla en un automóvil) y el vuelco de un vehículo provocando heridas a José lara y Ana Ramírez, ambos asistidos por el médico titular.

 

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