Entre las muchas personalidades que jugaron un papel destacado en la Dos-Hermanas del último tercio del siglo XIX y primeras décadas de la siguiente centuria destacó la figura del sevillano don Francisco de Paula Baena de León Izquierdo. Por su carácter, sus buenas costumbres (no protagonizó ningún altercado político ni se vio involucrado en escándalo alguno) y los distintos cargos que llegó a ocupar, se ganó el respeto y consideración de sus convecinos.
Había nacido don Francisco de Paula el día 9 de octubre de 1837 en la ciudad de Sevilla, concretamente en la collación de San Vicente (un barrio de rancio abolengo), siendo hijo del licenciado don José María Baena de León y Ladrón de Guevara y de doña Rafaela Izquierdo López. El recién nacido fue bautizado en la iglesia de San Vicente Mártir de aquella ciudad al día siguiente, 10 de octubre, administrándole el Sacramento don Francisco Antonio de las Cuevas, cura párroco del referido templo, y siendo sus padrinos sus abuelos paternos, el capitán retirado Don José de Baena y Doña Rita Ladrón de Guevara. Dado el carácter acomodado de su familia, el neófito recibió la siguiente retahíla de nombres: Francisco de Paula, José, María de la Santísima Trinidad, Antonio, Cayetano, Ramón, Pascual, Juan Nepomuceno, Dionicio y Luis.
El licenciado don José María y doña Rafaela tendrían más hijos, aunque sólo hemos podido documentar una, llamada María del Carmen, nacida en 1839. El padre de don Francisco Baena de León pertenecía a una destacada familia de militares sevillanos, pero terminó decantándose por la carrera de Derecho, llegando a ser abogado de los Tribunales de la Nación. Y esa misma carrera fue la que siguió nuestro protagonista, estudiando Derecho en la Universidad hispalense.
Terminados los estudios, trabajó unos años en la Aduana de Cádiz. Sin embargo, aquel destino no era de su total agrado y en 1866 recaló en Dos-Hermanas, cerca de su ciudad natal, haciéndose cargo, de manera interina, de la secretaría del consistorio nazareno en sustitución de José Lázaro López (tío materno, por cierto, de quien andado el tiempo se convertiría en su esposa). Ejerció este cargo hasta que en septiembre de 1868 estalló la Gloriosa Revolución que expulsó a la reina Isabel II del trono de Madrid. La Junta Revolucionaria establecida en nuestra villa tras la citada revolución llevó a cabo la destitución de todos aquellos empleados que habían sido nombrados en tiempos de la depuesta reina (había que eliminar cualquier rastro del régimen isabelino). Por esta razón, don Francisco de Paula fue apartado de la secretaría municipal.
Baena de León y la Serrezuela
Don Francisco de Paula tuvo numerosas propiedades en Dos-Hermanas. En la calle del Canónigo tenía tres casas (las n.º 31, 33 y 46), otra en la actual calle Manuel de Falla (la n.º 14) y otra más en la calle Santa María Magdalena (n.º 28). Asimismo, tenía tierras en el pago de Venta Nueva. Sin embargo, la joya de su patrimonio fue, sin duda alguna, la histórica hacienda de la Serrezuela (también llamada del Castillo), a media legua de Dos-Hermanas. Propiedad del marquesado de la Serrezuela, en 1888 el VI marqués, don Pedro de Vargas Machuca y Lora, la vendió a nuestro protagonista, quien continuó con su explotación agrícola hasta que falleció en 1915. A su muerte, la hacienda pasó a manos de sus descendientes, que aún son los propietarios.
Poco tiempo después, el viernes 18 de diciembre de 1873 contrajo matrimonio en la iglesia de Santa María Magdalena con María Adelaida Caro Lázaro (1853-1899), hija del médico nazareno Agustín Caro Sánchez y de Rocío Lázaro López. De esta unión hubo cinco hijos: Rita (1879-¿?), que contrajo matrimonio con el comerciante Antonio Fernández Romero; María del Rocío (1882-¿?); José Agustín (nacido en Cádiz en 1884), casado en 1909 con la porteña Elena Molina de la Muela; María del Valme (1889-1969), casada en 1911 con Francisco Izquierdo Gómez; y María del Rosario Baena de León Caro (1891-1975), que casó con el procurador José Muñoz Doval.
En los últimos años de la década de 1870 y primeros de la siguiente tenemos constancia de que volvió a vivir, por motivos profesionales, en Cádiz. Pero a partir de 1887, fijó definitivamente su residencia en la calle del Canónigo, concretamente en el n.º 31, muy próximo a los ‘Cuatro Cantillos’. Allí residió hasta el final de sus días, aunque bien es cierto que mantuvo casa abierta en Sevilla, en el barrio que le vio nacer, concretamente el n.º 52 de la calle San Vicente.
Dada su posición económica y social, fue elegido para ejercer el cargo de juez municipal suplente en el bienio de 1896-1897, y al poco accedió a la alcaldía nazarena. La muerte de su esposa Adelaida Caro, acaecida en la noche del 19 de abril de 1899, a consecuencia de una fiebre cerebral, según certificó su vecino y médico don Gerardo Rabassa, supuso un duro golpe para don Francisco de Paula, quien días más tarde, abrumado por aquella pérdida, dimitiría como concejal, abandonando así su carrera política.
A partir de entonces, no volvió a inmiscuirse en los asuntos políticos de la villa, llegando a reusar en muchas ocasiones la participación en sus instituciones. Así, por ejemplo, el 1º de octubre de 1909 envió una carta al secretario de la Junta del Censo de Dos-Hermanas disculpándose por no poder asistir a la sesión que esa Junta celebraría aquel día debido a que “hace tres días que no salgo de casa porque un fuerte catarro bronquial me lo ha impedido” y aún no se encontraba recuperado. No era más que una simple excusa.
Entre sus muchos amigos destacaban el escritor don José Lamarque de Novoa, Francisco Ávila Ramos y don Jesús de Grimarest. Asimismo, perteneció a la hermandad de Valme, donde ingresó en 1894. Finalmente, falleció en su domicilio de la calle Reina Victoria a las dos de la tarde del día 9 de mayo de 1915, a los 77 años de edad, a consecuencia de una bronquitis crónica, según certificación expedida por el médico don Manuel Andrés Traver. Sus restos descansan junto a los de su esposa en el cementerio de San Pedro de nuestra ciudad.
El alcalde de la Paz
La incursión de Baena de León en la política local fue corta, pero, qué duda cabe, bastante intensa. Perteneciente al Partido Conservador, llegó al consistorio nazareno en 1897, tras conseguir el acta de concejal en las elecciones municipales de mayo de ese año. Un mes más tarde cesó el entonces alcalde Francisco Ávila Ramos, al ser elegido juez municipal, y el 1º de julio de 1897 los concejales nazarenos (en ese momento los conservadores eran mayoría en el consistorio) eligen alcalde a Baena de León, principalmente por el prestigio y buena fama que poseía al no haber protagonizado conflicto alguno. A los pocos días de comenzar su mandato el periodista nazareno Manuel Valera dedicó estas palabras al nuevo alcalde en el periódico La Andalucía: “Merece aplausos la gestión del nuevo alcalde presidente de esta villa don Francisco de Paula Baena é Izquierdo, en el corto período que lleva en el cargo.
No en vano esperábamos mucho de sus energías y buen deseo, y buena prueba es de que no nos equivocásemos el rigor con que se lleva la administración municipal y las importantes reformas que se vienen haciendo en bien de Dos-Hermanas”. Entre las actuaciones más destacadas de Baena de León en el Ayuntamiento estuvo el retomar el proyecto de construcción de un nuevo cementerio que sustituyese al de San Sebastián, que por aquel entonces ya presentaba numerosas deficiencias, y también el adecentamiento de la plaza de Alfonso XII y de las calles adyacentes (Caro Sánchez, Nuestra Señora de Valme, Canónigo…).
Pero, sin duda, su labor más destacada fue la de devolver la paz al consistorio nazareno tras dos mandatos (los de Antonio Valera Martín y Juan Rubio Cózar) envueltos en la polémica. Poco duraría ese sosiego, pues en 1899 estalló una nueva crisis política en el Ayuntamiento, sin que se sepan por el momento sus causas. La situación terminó con la dimisión de Baena de León el 1º de febrero de ese año (siendo sustituido por José Lázaro Alcuña) y de cinco concejales pocos días más tarde. Unos meses después, en mayo, terminó entregando su acta de concejal, poniendo fin, de esta manera, a su carrera política.