Bascón convierte su pregón en una saeta a la Amargura

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    pregónHistórico pregón con muchas ovaciones y un público en pie a mitad de la exaltación

    Aferrándose  a la Cruz de Guía de su Hermandad, la de la Amargura, presente en el escenario, para que lo guiase en su ardua tarea de anunciar la llegada de la Semana Santa, inició su pregón un exaltado y muy emocionado Antonio Miguel Bascón. Antes, los sones clásicos de la marcha Amargura y su elección personal, Callejuela de la O, precedieron un pregón que ya se anunciaba entre el mundillo cofrade como una exaltación que prometía, dados los precedentes sembrados por el propio Bascón en otras ocasiones, como en el Pregón del Costalero.

    También fue muy emotiva la presentación realizada por su amiga y camarera de la Amargura, María Dolores Díaz Martín, quien realizó una profunda y personal semblanza del pregonero, aprovechando sus palabras para lanzarle algunas “regañinas”, como que se dejara guiar por la Virgen , “en el mismo día en el que se celebraba la festividad de la Encarnación”, o que aprovechase la experiencia de haber elaborado un pregón para “crecer como persona y cristiano”.

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    Un sentimiento cofrade más amplio
    Antonio Miguel Bascón  inició  su anunciación de la semana mayor lanzando una pregunta al repleto patio de butacas: “¿Quién es Dios?”. Una cuestión que vertebró su exaltación, siempre guiada por referencias bíblicas y muy marcada por un profundo sentir cristiano, intentando con sus palabras dar una imagen del cofrade y la Semana Santa que va mucho más allá de los siete días de procesiones. Bascón trasladó en el espacio y en el tiempo la pasión de Jesucristo desde Jerusalén  a las calles nazarenas, haciendo un recorrido  pasional por las distintas advocaciones de Dios en Dos Hermanas. En este repaso, el pregonero no quiso pasar por alto la vuelta a la Dos Hermanas cofrade de la Hermandad de la Cena, “cuando ya habíamos perdido la esperanza de volverla a ver por las calles”. Bascón aprovechó su atril, al que se aferraba con fuerzas, para lanzar un mensaje a sus hermanos: “llevamos cuatro años pidiendo concordia para volver a ver a la Cena en la calle. Aquí no han ganado ni unos ni otros, la victoria es de Dios. Por ello,  no quiero entrar en las formas o los desacuerdos que nos han privado de su presencia. Aquí os necesitamos, Hermandad de la Cena, los cofrades nazarenos estamos aquí para ayudaros”.

    La mujer y las cofradías
    Destacada fue la importancia que adoptó la figura de la mujer en la última parte de su pregón. Antonio Manuel empezó hablando de lo importante que habían sido algunas mujeres, como Cleofás, Salomé o la Verónica, en la vida de Jesús, para culminar afirmando que “las hermandades necesitan de las mujeres nazarenas, que se han ganado su sitio luchando día a día”. Es más, Bascón terminó la estrofa, entre aclamaciones, aseverando que “de haber estado allí las mujeres nazarenas, seguro Señor que no te condenan”. Emotivo fue el homenaje que le dedicó a las camareras de la virgen ya fallecidas y que estarán “en la gloria vistiendo a la virgen del cielo”.

    Para el final quiso dejar el pregonero su exaltación dedicada a la Virgen de la Amargura. “¿Qué puedo decirles de ti a los cofrades nazarenos? Si como tú para mí no hay nadie”, exclamó Bascón, quien se atrevió con una saeta a ritmo de tambor dedicada a su advocación mariana. Una interpretación que provocó que antes del final del pregón todo el público se pusiese en pie para aclamarlo.Al igual que empezó su pregón hablando sobre  la persona de Cristo tras la resurreción, Antonio Manuel culminó su exaltación asegurando que “creo en ti,  Gran Poder”. De nuevo ovaciones, llantos y felicitaciones que cerraron una jornada memorable.

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