Bélgica en Inter-Raíl (I). Ciudades medievales

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viajesBélgica es un país dividido. Las provincias del sur (Hainaut, Mamur, Lieja y Luxemburgo) son valonas, y en ellas se habla francés. Las de Flandes, Amberes y Limburgo, en el norte, son flamencas y allí se habla el flamenco, un dialecto del holandés.
Bruselas, en el centro, es un islote lingüístico. En Lieja se habla también alemán. 

viajeBélgica es un pequeño país que junto con Países Bajos y Luxemburgo forman el Benelux. Con una extensión de poco más de 30.000 kilómetros, donde en la zona del sur, en  las Ardenas predominan grandes masas boscosas, y el norte y oeste destacan las grandes llanuras aptas para la agricultura.
Bélgica es miembro fundador de la Unión Europea, y es uno de los países con mejor nivel de vida de todo el continente.
Su patrimonio artístico, sus catedrales y sus ciudades medievales son un reclamo más que suficiente para visitarlo.
Durante diez días recorrí las ciudades de Bruselas, Gante, Brujas y Amberes, donde la aventura fue el factor predominante de este viaje, sobre todo en cuanto a las pernoctaciones se refiere.
Al ser un país pequeño, moverse entre las distintas ciudades es fácil y rápido, en cada estación de trenes se pueden sacar billetes válidos para todo el día, con lo que no tenemos más que montarnos en el tren y trasladarnos a nuestro destino.   
Amberes fue mi primer destino. Es la segunda ciudad de Flandes, famosa por su catedral gótica, por ser la capital mundial del diamante, y por haber albergado a personajes y artistas de la talla de Rubens.
Las calles más pintorescas se concentran en torno a la plaza mayor de Grote Mark.
Durante dos noches pernocté en un famoso albergue juvenil ubicado en el mismo centro de la ciudad. Estos albergues tienen el inconveniente de cerrar pronto por las noches y por consiguiente te obligan a regresar temprano, y esto lógicamente, cuando se está visitando un país, sí es un fastidio.
Aunque con un poco de suerte, como me sucedió en este albergue, si das algo de dinero te pueden facilitar las llaves y llegar a cualquier hora de la noche.
Viajar y pernoctar en albergues tiene muchas ventajas. Cuando viajas solo conoces a muchos viajeros que igual que tú, viajan solos: cambias impresiones, experiencias, etcétera. Además el ambiente es ameno, divertido y saludable. El recorrido por las calles de la zona antigua es agradable y sosegado.
Cuando se sale de ellas, las grandes avenidas hacen su aparición. Decenas de joyerías salpicadas por la ciudad invaden al viajero, sus escaparates, a cual más suculento y atractivo nos muestran verdaderas joyas de diamantes, que casi siempre se queda en contemplar y no comprar.
Brujas, es de estas ciudades que nunca se olvidan. Romántica y misteriosa, medieval. Sus calles respiran historia, y pasear por ellas es hacer un viaje por el pasado.
Con mi amiga Angelika, una alemana de Munich y de profesión violinista, recorrí esta hermosa ciudad.
Sus canales medievales, sus edificios históricos, su aire romántico dejan una huella imborrable en la memoria.
El corazón de la ciudad de Brujas se encuentra en Grote Mark, circundada por espléndidas fachadas como las del palacio provincial, el salón de los tejidos y el imponente monumento conocido como la Atalaya, símbolo de la libertad y de la autonomía de la ciudad. 

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