La comitiva tomó un ritmo que adelantó los horarios de paso por las calles del centro.
El redobles de campanas cuando el reloj de la Parroquia de Santa María Magdalena marcaban las 8:00 horas anunciaron la salida de la Virgen. Mientras fuera, un cielo encapotado y sin abrir al día aguardaba impaciente, las manos afanosas de las personas más cercanas a la Hermandad portaban a la protectora hasta su anaranjado trono de flores de papel. Por delante quedaba un largo día en el que las emociones se sucederían.
El cortejo comenzó a andar precedido por una amplia comitiva de caballistas y amazonas que también pusieron su particular banda sonora a la mañana,además de los sones del Carmen de Saltera, con los sonoros cascos de los caballos. Un elevado número de equinos que provocó en algunas calles del centro, como el caso de Botica, algún que otro parón muy bien subsanado por la comitiva a caballo del Cuerpo Nacional de la Policía. En esta calle, la Virgen recibe el homenaje del coro que lleva su nombre y que con sones sevillanos recibieron a la Protectora con una petalada de flores.
La comitiva cogió un ritmo ágil que la llevó a recuperar el tiempo perdido y hasta a adelantarse en algunos minutos a su horario habitual, provocando en algunos casos que algunos nazarenos llegaran a su punto habitual para ver la romería cuando el cortejo ya había pasado. A las 10:00 horas la Virgen enfilaba la Carretera Vieja.
Problemas con las banderolas de Botica
Al paso del cortejo por la calle Botica, en el punto en el que el Coro de Valme canta a la Virgen mientras lanza una petalada, las banderolas que pendían de los balcones comenzaron a romperse. La altura no calculada de las carretas provocaron el enredo y posterior caída de las mismas.
