Hace tres años falleció en su domicilio nazareno don Juan Miguel Rivas de Dios, canónigo de la Catedral de Sevilla, el único sacerdote nacido en esta ciudad que ha alcanzado esa importante dignidad eclesiástica.
Nació nuestro biografiado en el número 2 de la calle Ave María a las diez y media de la mañana del día 10 de septiembre de 1928, siendo el único hijo de Miguel Rivas Moreno (1900-1967), de oficio manijero, y de Francisca de Dios Jurado (1900-1983), naturales ambos también de esta villa. Recibiría las aguas del bautismo en la iglesia de Santa María Magdalena de Dos-Hermanas el día 1 de octubre de 1928, actuando de padrinos su tía materna Ana Rivas Moreno (1906-1978), y su entonces prometido Francisco Rodríguez Viejo (1904-1985). En el bautismo le impusieron los nombres de Juan (por su abuelo paterno, Juan Rivas Quintano), Miguel (por su padre), y de la Santísima Trinidad. Su infancia transcurriría en el cortijo de La Algabarra (en Brenes), en ‘Villa Consuelo’ (situada en Bellavista), y en la hacienda nazarena de Villanueva del Pítamo, donde su padre trabajaba.
En 1937, ingresó en el Colegio Salesiano de Triana, situado en la calle San Jacinto. Su estancia en este colegio le marcó profundamente, pues fue allí donde surgió su vocación sacerdotal. También hizo estudios musicales en la Escuela Nacional de Gregoriano de Vitoria (Álava). En 1941, entró en el Seminario de Sevilla, y si bien en un primer momento, quiso ser salesiano, e incluso estuvo a punto de marchar a Montilla (donde se encontraba el seminario de la Congregación), fue Luis Hernández Casado, director del Colegio salesiano donde estudió, quien le convenció para que, finalmente, ingresara en el seminario hispalense. Fue ordenado sacerdote en la capilla del palacio de San Telmo de Sevilla el día 16 de junio de 1952 a manos de Monseñor Lisson, arzobispo titular de Mettine y dimisionario de Lima, que actuó por delegación del cardenal Segura. Ofició su primera misa en la capilla de la Santa Caridad de Sevilla, y la siguiente en la iglesia de su pueblo natal en la mañana del día 24 de junio de aquel mismo año.
El periódico nazareno ADELANTE se hizo eco de este último acontecimiento: “El pasado día 24 dijo su primera Misa el nuevo sacerdote don Juan Miguel Rivas de Dios. El altar estaba bellamente exornado con guirnaldas y flores y la imagen de Nuestra Señora de Valme estaba colocada en el centro del magnífico retablo. Gran solemnidad revistieron los actos litúrgicos con que el Misacantano iniciaba su Sagrado Ministerio. El coro del Seminario de Sevilla cantó la Misa de Perosi, hábilmente dirigido por el Reverendo Padre don Juan Núñez, siendo de una ejecución magistral. Actuó de maestro de ceremonias el Reverendo Padre don Francisco Márquez; y la cátedra sagrada estuvo a cargo del Reverendo Padre Miguel Mejías, quien glosó de manera maravillosa los gozos del sacerdocio. Los padrinos del nuevo sacerdote fueron los señores de Sánchez Bedoya, los cuales invitaron seguidamente a los asistentes a un ‘lunch’, que hubo de celebrarse por la nutrida concurrencia. Los ornamentos sagrados fueron confeccionados y bordados por un grupo de señoras y señoritas de la localidad”.
Su primer destino fue Valdelarco (Huelva), donde fue párroco de la iglesia del Divino Salvador (1952-1955), y encargado de la iglesia de Navahermosa. Después, en noviembre de 1955, fue nombrado profesor de Música, Latín y Ciencias en el por entonces recién creado Seminario de Huelva, y capellán de los servicios municipales de la capital onubense. Poco después, fue destinado como coadjutor a la parroquia de Nuestra Señora de la Concepción de Huelva. A continuación, se le nombró párroco de Minas de San Telmo y Valdelamusa, dos pequeñas poblaciones de la sierra onubense. Por esos años era además consiliario comarcal de la JARF, con sede en el Andévalo. A mediados de los años 70 fue trasladado a la iglesia del Divino Salvador de Escacena del Campo, donde actuó como párroco. De ahí, pasó a la parroquia de la Estrella de la localidad onubense de Chucena, siendo su siguiente destino la iglesia de Nuestra Señora de Gracia de Alosno (Huelva). Después pasó a la Catedral de Sevilla para cubrir la vacante de segundo sochantre, y obtuvo, además, el cargo de beneficiado.
Por otra parte, participó en junio de 1973, en los actos de la coronación de la Virgen de Valme, y en 1981, el cardenal-arzobispo sevillano le nombró primero beneficiado cantor de la Catedral de Sevilla y, a los pocos días, coadjutor de la iglesia de Nuestra Señora del Rocío de Dos-Hermanas. Poco tiempo ocuparía dicho cargo, pues en diciembre de 1981 se le designó párroco de la iglesia de San Sebastián de nuestra ciudad. En ella creó la Agrupación Coral Infantil ‘Granos de Trigo’ (1984-1988), de tan gratos recuerdos. En este destino permaneció hasta que en 1988 pasó a la catedral sevillana, donde consiguió una canonjía. En sus años como canónigo, siguió desempeñando el cargo de segundo sochantre y fue, además, notario-actuario del Tribunal Interdiocesano de Primera Instancia de Sevilla, capellán del Colegio La Salle de Sevilla, y capellán Real.
En 2008, ya jubilado (como Canónigo Emérito), regresó a su Dos-Hermanas natal, residiendo en la calle Real de Utrera. Estuvo muy vinculado a varias hermandades de nuestra ciudad, como Vera-Cruz, Amargura (de las que fue hermano), Santa Ana y Gran Poder, y durante sus últimos años participó de manera activa en la vida espiritual de la parroquia de Santa María Magdalena, donde cantó misa todas las mañanas. Finalmente, falleció en su domicilio a los ochenta y seis años de edad en la mañana del día 19 de febrero de 2015, quedando su capilla ardiente en el Sagrario de la iglesia de Santa María Magdalena, a los pies de la talla de la Virgen de Valme, imagen por la que siempre sintió una gran devoción.
El Himno de la Virgen de Valme, su obra más conocida
Durante casi toda su vida fue un gran amante de la música sacra, siendo su profesor de música del Seminario, Ángel de Urcelay y Ardaluz, quien le inculcó ese amor por la música en su dimensión sagrada y clásica. El propio don Juan Miguel llegó a decir que “la música es para mí algo imprescindible en mi vida personal y pastoral”. De este modo, durante su estancia en el Seminario de Huelva fundó y dirigió la llamada Capilla Hispánica, en Escacena del Campo creó una Escolanía Parroquial, en la parroquia nazarena de San Sebastián organizó en 1984 la Coral Infantil ‘Granos de Trigo’, fue segundo sochantre (encargado de los cantos sacros) en la catedral de Sevilla y dirigió la Escolanía de Lasalle y el coro de la parroquia de Santa maría Magdalena. Además, a lo largo de su carrera eclesiástica realizó innumerables composiciones musicales, entre las que destacan: Himno de la Hermandad de Señora Santa Ana, Himno de la Cofradía de la Santa Vera+Cruz de Dos Hermanas, Santa Patrona de Dos-Hermanas (1997), utilizado como himno del 475 aniversario de la cofradía de la Patrona, Himno a Nuestra Señora de la Estrella de Coria del Río, Himno de la Virgen del Dulce Nombre de Alcalá de Guadaíra, Coplas a Santa María Magdalena (2004), Celeste Protectora (2012), para la Hermandad de Valme, La Soledad de María (2012), para los Solemnes Cultos de Nuestra Señora de la Soledad de Dos-Hermanas, el himno Gloria y Honor y el Romance de la Luna, que hoy en día es uno de los cantos más hermosos y que goza de más popularidad en Escacena del Campo.
Pero si por algo es conocido don Juan Miguel Rivas es por el Himno de la Virgen de Valme, que compuso estando aún en el seminario hispalense en 1950. Según contó nuestro protagonista, “tenía que hacerlo en la hora de la merienda, mientras los otros compañeros hacían ese receso. Estaba en el piano, probando y creando”. Unos meses después, estaba ya confeccionado, siendo interpretado por primera vez en 1951, en un acto del Coro de Acción Católica.
