Querido Hermano y amigo Diego; aún tengo en mi memoria como si el hecho hubiese sucedido ayer, aquel año 1975, cuando un puñado de jóvenes y algunos no tan jóvenes, decidimos que íbamos a ser portadores del paso de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder. Fue toda una revolución en nuestra Dos Hermanas, jóvenes de dos Hermandades, hermanos de estas, tendrían la responsabilidad de portar a sus Benditos Titulares, Nuestro Padre Jesús en la Sagrada Oración en el Huerto y Nuestro Padre Jesús del Gran Poder.
Pues bien, allí estabas tú, como aprendiz de todo y maestro de nada, ya que era una tarea nueva y desconocida donde ibas a iniciar la grata tarea de emprender las lecciones que te graduaran en el magisterio de ser CAPATAZ.
Han pasado 42 años, mejor dicho 42 Semanas Santas y aquel que fue aprendiz, con el paso de los años se ha graduado como maestro, en este caso como CAPATAZ. Querido Diego, durante mis 25 años en la labor de costalero, no tuve la fortuna de que fueras quien mandases en el paso donde yo realizaba esta humilde tarea, y créeme que me pesa, ya que tú, como otros, no eres ni has sido alguien que adulases el martillo, si no que has demostrado durante los 365 días del año que eres CAPATAZ; ya que este título solo lo porta quien es capaz de preocuparse por sus costaleros todos esos días, de lo bueno y malo que les suceda, así como estando con ellos en sus penas y alegrías.
Por eso Hermano Diego, quiero agradecerte desde estas líneas cuanto has dado por tus costaleros. Darte las gracias por hacernos ver que en la discrepancia con cariño y responsabilidad se pueden cambiar las cosas.
Y como dije en mi pregón, “no cabe más orgullo para un cofrade que lo reconozcan por la Hermandad a la que pertenece mejor que por su nombre…”; y eso es lo que te sucede a ti, siempre te reconocerán por ser el Capataz del Señor del Gran Poder, ya que ese título lo llevarás para siempre.
Gracias Capataz
