Se ha dicho mucho (y se dirá más) de la última cinta de Darren Aronofsky, y la única verdad absoluta de todo ello es que esta madre! no deja indiferente a nadie. O se ama desaforadamente, o se odia de modo visceral.
Aronofsky ha creado su obra magna, una obra que rompe esquemas, que destroza todas las formas a las que estábamos habituados o que alguna vez hayamos visto en cualquier otra película. Lo que ha hecho el director de joyas como Pi, fe en el caos, Requiem por un sueño, El luchador o Cisne negro, es, sencillamente un milagro. Nunca mejor dicho.
Una pareja vive en una casa en medio de la naturaleza. Él es un escritor en pleno bloqueo narrativo, ella (veinte años más joven) está remodelando la casa, que quedó destrozada en un incendio. De pronto, unos extraños empiezan a llegar a la casa. Él parece encantado, e invita a todos a quedarse, mientras ella, que no entiende nada, se siente cada vez más angustiada, más estresada, más atacada en su intimidad, e intenta echar a todo el mundo de su hogar.
Formalmente es excelente. El que la cámara casi no se separe de ella, esa madre! (así, con exclamación final) del título, una magnífica Jennifer Lawrence, ni un solo momento, permaneciendo pegada a su cara y a su cuerpo desde la primera vez que aparece en pantalla (toda la historia está narrada desde su punto de vista), el que la banda sonora que compuso Jóhan Jóhansson haya sido eliminada por completo y que sean los ruidos de esa casa en recomposición, los crujidos de las maderas, los tintineos sutiles de un reloj, el burbujeo de una medicina efervescente, las tuberías que suenan… consiguen aumentar esa sensación de agobio, de ansiedad, que sufre la protagonista.
Estados Unidos, 2017 (121′)
Título original: mother!.
Escrita y dirigida: Darren Aronofsky.
Producción: Darren Aronofsky, Scott Franklin, Ari Handel.
Fotografía: Matthew Libatique. .
Montaje: Andrew Weisblum.
Intérpretes: Jennifer Lawrence (madre), Javier Bardem (Él), Ed Harris (hombre), Michelle Pfeiffer (mujer), Brian Gleeson (hijo joven), Domhnall Gleeson (hijo viejo), Kristen Wiig, Jovan Adepo, Amanda Chiu, Patricia Summerset, Eric Davis, Raphael Grosz-Harvey, Emily Hampshire, Abraham Aronofsky.
madre! habla de muchas cosas y tiene numerosas lecturas. Principalmente, puede entenderse como una alegoría ecológica utilizando la Biblia. En el principio no hay nada, y en ese vacío, en ese caos, Él (Dios) crea a la madre Naturaleza (tanto la casa como la mujer forman un ente único, de ahí que ella pueda sentir el corazón de la vivienda -planeta- latiendo en su interior. De pronto crea a la humanidad (ahí están Adán, con la herida en su costado por haberle sacado la costilla, Eva y su curiosidad, Caín, Abel…) Y muestra a Dios como un ser egocéntrico, al que le gusta ser querido y admirado, al que le encanta que vayan a verlo, mientras la Naturaleza se siente invadida, atacada y solo quiere que todos los que están destrozando su casa (los humanos destrozando el planeta) se vayan de una vez.
Pero también habla de la maternidad, de la creación (literaria, humana, de un hogar…), de la enfermedad mental (tampoco sería desquiciado entender todo lo que ocurre en la parte final como un desvarío de la mente enferma de ella, que ha dejado de tomar su medicación; tema recurrente en Aronofsky y que ya explicaba Cisne negro, por ejemplo), de los recuerdos, de perderlo todo y resurgir, de la existencia como ciclo, de la victoria de la Naturaleza ante todo desastre… y de casas encantadas, de fantasmas internos y externos, de presencias extrañas… Es tan alegórica que ningún personaje tiene nombre.
Tiene también mucho de Polanski (el aura de La semilla del diablo resulta más que evidente en muchos momentos), de Buñuel (como en El ángel exterminador, hay algo que hace no se salga de la casa), e incluso en el apartado literario, con La casa de hojas (y esa vivienda con su estructura imposible, que es tan protagonista como Bardem y Lawrence).
Película magistral, construida como bucle y vomitada desde las entrañas (escrita en solo cinco días, frente a los diez años que tardó en escribir Cisne negro, por ejemplo), plagada de analogías y metáforas (ay de aquél que se la tome de modo literal), está magníficamente interpretada por Lawrence, Bardem y una muy inquietante Michelle Pfeiffer, madre! con todos sus excesos, tiene la virtud de no dejar indiferente a nadie. O se ama o se odia, sin término medio.
