¿Ha terminado la Semana Santa?

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El pasado año, en abril, escribía sobre: “Cristo crucificado de nuevo en los cristianos de Libia y Irak”, haciendo referencia de que la Semana Santa se había adelantado. Hoy en este escrito, como si esta misiva fuera la segunda parte o continuación de aquella, quiero manifestar que, no solamente el pasado año la Semana Santa se adelantó a su tiempo, sino que todavía esta procesión de cristos crucificados no ha terminado…

Pues, ¿Acaso no sigue Cristo crucificado agonizando en esos restos de masas de criaturas inocentes, donde familias enteras, incluidos mujeres, niños, ancianos, enfermos, etc. etc., deambulando de aquí para allá, desorientados por esos campos de Europa, tratados peor que los animales, que buscan donde refugiarse de las bombas que asolan sus países? Digo restos porque los cuerpos de gran parte de los que faltan yacen en los fondos de los mares, Mediterráneo y Egeo, mares, antaño rutas para cruceros turísticos, y hoy convertidos en sepulcro, en fosas comunes de los que desesperados, huyen de las criminales guerras que han propiciado los diseñadores del nuevo orden mundial. 

Por otro lado ¿No siguen persiguiendo, exterminando, a los cristianos de Irak, Libia, y ahora también en Siria? No, la Semana de Pasión no ha terminado, me temo que estos pasos de crucificados, por desgracia seguirán alargándose en el tiempo, “¡Que begoña!” (¡Qué vergüenza!).

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Esta fue la frase que llegó a decir el Papa Francisco ante los cadáveres que el mar había arrojado en la costa italiana, ¿Ha dejado Europa de ser cristiana? Con razón S. Juan Pablo II, recomendaba que Europa descubriera sus raíces cristianas, pues esta sociedad occidental sociológicamente aparenta una cultura cristiana pero no evangelizada, por tanto, todos los que nos confesamos cristianos, debemos de convertirnos en evangelizadores, en llevar el mensaje del Evangelio en palabras del Papa Francisco, hasta las periferias, pero también denunciando los pecados estructurales que están enquistados en esta sociedad materialista y hedonista, que ha desfigurado su identidad cristiana, es decir, tratar de rescatar y hacer valer los valores cristianos de defensa de la vida de todos los perseguidos, refugiados; haciendo también una defensa a ultranza de toda vida desde su concepción maternal hasta el fin de sus días, todo esto frente a la decadencia de la cultura de muerte que propicia el materialismo mercantilista y hedonista, que se apoya en las leyes del perverso relativismo jurídico de Kelsen, para quien no existen valores absolutos (expulsa a Dios), y que solamente reconoce el sentido común de las mayorías ¡Cuidado! Unas mayorías ¡Condenaron a Cristo! y, “quien escupe al cielo le cae en la cara”.

 

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