El cabo del ejército Francisco Pino, vecino de Dos Hermanas, le salvó la vida cuando estaba a punto de ser fusilado
La guerra ha zamarreado la vida de todos los nazarenos. Las de unos más que las de otros. Francisco López Alanís (28 años), conocido en Dos Hermanas por el apodo familiar de ‘Mangolo’, ha visto cómo, en cuestión de horas, ha pasado de acariciar la gloria en el mundo del boxeo a estar a punto de ser fusilado. La guerra ha truncado su ascendente carrera como deportista, pero al menos… ¡está vivo para contarlo!
Corpulento, alto, todo músculo, ‘Mangolo’ reunía unas magníficas condiciones para el boxeo, un deporte que le atrajo desde jovencito. Al fondo del corral de su casa, en la ‘Cuesta de los Marchaos’, tenía su saco para entrenar; allí ‘hacía sombra’ (típicos amagos de los boxeadores) y saltaba a la comba para fortalecer brazos y piernas. Los días previos a sus combates, no era raro verlo correr por la carretera de Barranco, camino de Bellavista. Al pasar por la puerta de su casa, su hermana Carmen le esperaba para echarle por encima un cubo de agua para refrescarle. En un ring que existía cerca del Ave María, entrenaba con algún principiante, como su sobrino Francisco Salguero.
Adscrito al sevillano Box Club, ‘Mangolo’ se proclamó campeón de boxeo amateur de Sevilla (categoría peso medio) el 4 de febrero de 1934, en un emocionante y encarnizado combate con Francisco Blanco, al que venció por k.o. En agosto del mismo año, el púgil nazareno se alzó con el título de campeón de Andalucía. Desde entonces, sus espectaculares aptitudes físicas y su técnica de golpeo no hicieron sino mejorar, hasta que el pasado mes de julio se dirigía en tren a Barcelona a disputar el campeonato nacional.
El tren que nunca llegó
El destino quiso que ese tren nunca llegara a Barcelona. Ese día estalló la guerra civil. Tuvo que regresar. En Sevilla fue retenido y encarcelado en un barracón, junto a otros hombres. Cada cierto tiempo entraban y se llevaban a alguno… para no volver. “Se me secaba la boca cada vez que oía pasos en el pasillo”, nos cuenta.“Sabía que el siguiente podía ser yo”. Sin embargo, la fortuna no se ensañó con él y salvó la vida por una extraña pirueta del destino. Pasaba por allí, casualmente, el cabo del ejército Francisco Pino, amigo y vecino de Dos Hermanas, que en cuanto lo vio preso hizo las gestiones para liberarle. “Por ese respondo yo”, dijo a los nacionales que le custodiaban. “Sal corriendo para Dos Hermanas, campo a través y… ¡no pares hasta que llegues a tu casa!”, le espetó. Así lo hizo ‘Mangolo’. Regresó a Dos Hermanas, donde le esperaban preocupados su madre, su esposa (Catalina García, de Las Cabezas) y sus tres hijos. No ha vuelto a ser molestado.
Hoy la guerra continúa haciendo estragos en ambos bandos. Cada cual sobrevive como puede. ‘Mangolo’ ha dicho adiós a su sueño de hacer fama y dinero en el boxeo, y se dedica al oficio que aprendió y que da de comer a su familia: el de tonelero tapaor.
{xtypo_rounded4}“Sal corriendo para Dos Hermanas y no pares”
‘Mangolo’ debe la vida a Francisco Pino Castaño (en la foto), cabo del ejército de 25 años que, aunque nacido en Espera, reside en Dos Hermanas. Trabajó de maestro tornero en la fábrica de yute y después ingresó en el ejército. El día que fue detenido ‘Mangolo’, el cabo Pino hacía el relevo de la guardia del Regimiento III Ligero de Artillería de Campaña. Casualmente vio a su vecino y amigo detenido e intercedió por él cuando estaba a punto de ser fusilado. “Sal corriendo para Dos Hermanas y no pares”, le conminó. En estos sangrientos y difíciles días de guerra, el cabo Pino ha intercedido para salvar a otros amigos de Dos Hermanas y Los Palacios.{/xtypo_rounded4}