Pese a ir con ventaja la Rociera cerró el choque frente a La Barrera con un 2-2
Parecía un rival fácil a priori pero supuso todo lo contrario. Y para colmo, con el árbitro también en contra. Mucho tuvo que esforzarse la Rociera para cerrar su partido ante el farolillo rojo del grupo, La Barrera, con un honroso empate (2-2).
Aparte del mordente que desarrolló sobre terreno nazareno el cuadro colista, los de Guerrero se toparon con la mano de un árbitro (el gaditano Gallardo Rodríguez) de dudosa ecuanimidad.
El primer tiempo fue de poder a poder entre ambos equipos. Mucho ataque por ambos lados y balones bombeados de un área a otra. Pese a los titubeantes intentos iniciales de los nazarenos, fue La Barrera la que inauguró el marcador. Minuto 36, tras un saque de esquina el balón es rechazado. El esférico rápidamente fue interceptado por Peña, que batió al meta rociero Rivas.
Hubo que esperar al descuento para que la Rociera igualara la contienda. Barros fue el autor de un tanto cargado de polémica. La Barrera reclamó que el nazareno había golpeado el balón con la mano. Previamente el colegiado no había expulsado a Ángel por dos duras entradas al local Vázquez.
La Rociera se había puesto a tono e iba a por todas. En el 61, pocos minutos después de haberse reanudado el juego, Celes marcó el segundo del equipo. El conjunto nazareno afrontaba la recta final del partido con los tres puntos del bolsillo. Por lástima no fue así. La injerencia arbitral obró en contra. La jugada del gol rociero se saldó también con la expulsión de Barros por doble amarilla.
Los de Juan Guerrero no se dieron jamás por vencido. Con todo en contra, las llegadas de los contrarios Cata y Menache y las tarjetas mostradas, por diestro y siniestro, a los nazarenos, aguantaron como mejor pudieron el temporal. Los cambios efectuados en el banquillo auriazul (Vázquez, Marcos y Celes) dieron mal resultado, ya que el equipo perdió el control del centro del campo.
El árbitro sólo tenía ojos para la Rociera. Una dura entrada del visitante Ángel a los locales no fue amonestada, pero sí una dudosa mano del nazareno Muñoz, que puso en bandeja a La Barrera el gol del empate, marcado de penalti por el propio Ángel.
Tras este gol de injusticia arbitral en pleno descuento el partido quedó visto para sentencia.
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