A mi aceitero

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Te fuiste sin avisar, y lo hiciste como siempre has vivido, corriendo.
Cuando me llamaste el viernes día siete por la noche para decirme que salías hacía Marbella debido a que la semana siguiente tenías la boda de la hija de un amigo y no ibas a poder ir, me citaste para el lunes a la una de la tarde.
Efectivamente llegaste a esa hora, pero desgraciadamente regresaste para no volver jamás. Nunca más me dirá tu compadre en la esquina del café de Indias que te ha visto corriendo de aquí para allá y que deberías de ir levantando el pie del acelerador, lamentablemente ha tenido que pasar esto para que pararas.
No me extrañaría nada en absoluto que dentro de poco recibiera en la oficina de Fenaco una hoja de quejas reclamaciones firmada por el mismísimo San Pedro diciéndome que ha llegado uno grande con bigote revolucionándolo todo.
Entonces le tendré que contar la verdad, que tu madre te parió encima de un mostrador y no sabría definirle si tu vida era tu empresa, o sí por el contrario tu empresa era tu vida, aunque de todas maneras ya poca importancia tiene.
Se ha ido el Buque Insignia de la familia, un comerciante nato y sin temor alguno a equivocarme, se fue un trabajador infatigable y luchador de las 24 horas que tiene el día se las dedicaba a su negocio.
Si donde quiera que estés puedes leer estas líneas que entre lágrimas te estoy escribiendo, quédate con la total seguridad que cumpliré siempre la voluntad que me encomendaste, en ese aspecto puedes estar tranquilo.
Hasta siempre grande. Descansa en paz.

Te fuiste sin avisar, y lo hiciste como siempre has vivido, corriendo.

Cuando me llamaste el viernes día siete por la noche para decirme que salías hacía Marbella debido a que la semana siguiente tenías la boda de la hija de un amigo y no ibas a poder ir, me citaste para el lunes a la una de la tarde.

Efectivamente llegaste a esa hora, pero desgraciadamente regresaste para no volver jamás. Nunca más me dirá tu compadre en la esquina del café de Indias que te ha visto corriendo de aquí para allá y que deberías de ir levantando el pie del acelerador, lamentablemente ha tenido que pasar esto para que pararas.No me extrañaría nada en absoluto que dentro de poco recibiera en la oficina de Fenaco una hoja de quejas reclamaciones firmada por el mismísimo San Pedro diciéndome que ha llegado uno grande con bigote revolucionándolo todo.

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Entonces le tendré que contar la verdad, que tu madre te parió encima de un mostrador y no sabría definirle si tu vida era tu empresa, o sí por el contrario tu empresa era tu vida, aunque de todas maneras ya poca importancia tiene.

Se ha ido el Buque Insignia de la familia, un comerciante nato y sin temor alguno a equivocarme, se fue un trabajador infatigable y luchador de las 24 horas que tiene el día se las dedicaba a su negocio.

Si donde quiera que estés puedes leer estas líneas que entre lágrimas te estoy escribiendo, quédate con la total seguridad que cumpliré siempre la voluntad que me encomendaste, en ese aspecto puedes estar tranquilo.Hasta siempre grande. Descansa en paz.

 

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