Volver a los orígenes

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1101WILAYA

Tras pasar por el reciente Festival de Cine Español de Málaga, donde se ha llevado el premio a la mejor banda sonora (también ha pasado por otros certámenes y ha ganado algún que otro trofeo), Wilaya es una cinta a medio camino entre la ficción y el documental. Aunque existe un guión, la trama que se cuenta es la que han vivido (más o menos) las protagonistas del filme, que (además, como todo el resto del plantel) no son actores profesionales.

{xtypo_code}España, 2012 (88′).
Escrita y dirigida: Pedro Pérez Rosado.
Producción: José María Morales.
Fotografía: Óscar Durán.
Música: Aziza Brahim.
Montaje: Iván Aledo.
Intérpretes: Nadhira Mohamed (Fatimetu), Memona Mohamed (Hayat), Aziza Brahim (Sdiga), Ainina Sidagmet (Said), Mohamed Moulud (Jatri), Jatra Malainin Mami (Brahim), Lasria Gasem Mahamed (Aichetu), Buyema Fateh Lahsen (Buyema).{/xtypo_code}

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No es la primera vez que el director valenciano aborda el tema del conflicto del Sahara Occidental y los campamentos en los que el pueblo saharaui vive (en campos de refugiados, llamados wilayas), olvidado por todas las autoridades desde que el gobierno de nuestro país abandonara la que era su provincia 53 en manos de Marruecos y Mauritania. En la que fue su primera película de ficción, Cuentos de la guerra saharaui (2004), ya trató el conflicto, y antes aún ya lo había hecho en el documental Sahara, un pueblo (1996).

Wilaya nos cuenta la historia de Fatimetu, una joven saharahui que ha vivido en España con una familia de acogida desde los diez años, que vuelve a los campamentos tras la muerte de su madre. Allí se reencuentra con su hermana Hayat y su hermano Jatri.

Las dos protagonistas, que a pesar de compartir apellido en la vida real son hermanas sólo en la ficción, tienen química cuando están juntas, destilan verismo y son creíbles en su deambular por la vida, en su enfrentamiento a los problemas que la vida les pone delante. A pesar de que en ocasiones los diálogos que se ven obligadas a soltar suenen forzados, impostados. Pérez Rosado hace un buen trabajo y consigue que nos sintamos conmovidos por las duras condiciones de vida en los campamentos, por la falta de esperanza que tienen los que allí habitan. Aunque en ocasiones uno puede sentir una mezcla de resignación y desidia, una mezcla de “no se puede hacer nada” y “ya me ayudará alguien” en algunos de los personajes (que no podemos dudar que sea realmente así).

El guión tiene alguna carencia, los intérpretes (no profesionales) obviamente también (aunque menos de lo que se podía esperar, y muchas menos de las que hemos visto en otras cintas con las mismas características). Pérez Rosado no es paternalista, no denuncia, a veces quizás se va demasiado hacia el sentimentalismo, y ahí se pierde. Cuando muestra la vida en la wilaya, los problemas para subsistir del día a día, la sociedad y sus ‘tradiciones’, el aspecto más documental de la cinta, el interés está asegurado y Wilaya engancha. Pero empieza a difuminarse cuando se adentra en el drama, en la ficción de las protagonistas, por mucho que ellas se esfuercen y resulten creibles en pantalla (ellas, que no sus vidas).

 

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