Versión extraña de un clásico

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1101Una mujer, una pistola y una tienda de fideos chinos

Dejando de lado el título, ya hemos dicho más de una vez que (en ocasiones) la ‘traducción’ española deja bastante que desear, lo último que nos llega de uno de los directores de culto de los últimos años, el chino Zhang Yimou, es una libérrima adaptación de otro clásico, el Sangre fácil de los hermanos Coen. ¿Era necesario? Posiblemente no. Pero el director chino se escuda en el homenaje a una cinta que admira para embarcarse en un proyecto que, por uno u otro motivo, resulta fallido.

{xtypo_code}China, 2009. (90′)
Título original: San qiangpai an jing qi.
Director: Zhang Yimou.
Producción: William Kong, Weiping Zhang.
Guion: Jianquan Shi, Jing Shang, basado en la película Sangre fácil de los hermanos Coen.
Fotografía: Xiaoding Zhao.
Música: Zhao Lin.
Montaje: Meng Peicong.
Intérpretes: Honglei Sun (Zhang), Xiao Shen-Yang (Li), Ni Yan (La mujer de Wang), Dahong Ni (Wang), Ye Cheng (Zhao), Mao Mao (Chen), Benshan Zhao (Capitán), Julien Gaudfroy (Vendedor persa){/xtypo_code}

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La versión de Yimou es radicalmente opuesta a la original. El ejercicio de estilo de cine negro que crearon los Coen se transmuta en una desquiciada y delirante aberración que traslada la historia a la China feudal. El escenario se reduce, y los personajes también. Son lineales, apenas hay cambios, apenas evolución.
Wang es el viejo dueño de un bar de tallarines de un remoto y desértico paraje de China. Es pesimista y avaricioso. Su joven mujer tiene una aventura con Li, uno de sus trabajadores. Cuando Wang lo descubre, contrata a Zhang, un agente de policía corrupto, para matar a la pareja. Pero Zhang tiene otros planes.

A ratos, Una mujer, una pistola y una tienda de fideos chinos parece un homenaje, pero otras veces se asemeja más a una burla, a una caricatura. La cinta comienza como comedia (aunque parece que sin quererlo), aunque pronto pasa al suspense (aunque siga provocando risas en algunos momentos). Quizás por el doblaje (no todo lo bueno a lo que nos tienen acostumbrados nuestros profesionales), la historia parece una bufonada, y no llega a convencer en ningún momento.

Yimou hace un buen trabajo en el apartado visual, y cuando el silencio aparece y los diálogos no están presentes, la historia mejora (y mucho), pero en el global tanto histerismo, tanto histrionismo cansa, aburre y no divierte. La película se hace cansina, uno no termina de comprender las motivaciones de Zhang. Y aunque hay un par de secuencias que visualmente son grandes logros (la escena de la creación de los tallarines es el principal ejemplo), es demasiado bizarra (aunque pueda parecer contradictorio unir ambos términos). Puede entretener, y hasta puede gustar a algunos, pero en ningún modo convence. Por muy libre que sea la adaptación, y por muy de Zhang Yimou que sea.

 

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