A la afición sevillista, en memoria de mi tío

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En abril fui invitado como miembro de la corporación municipal y como presidente del PP de Dos Hermanas al acto de celebración de 50 aniversario de la Peña Sevillista de nuestra ciudad. Asistí representando a mi Ayuntamiento y a mi partido, pero curiosamente esto duró solo unos minutos, porque al poco tiempo de comenzar el acto, me convertí en un nazareno más, volcado con una afición y con una celebración llena de sentimiento, llena de orgullo, llena de pasión. Lo viví desde un absoluto respeto a los que durante años lucharon sin medios para que unos sentimientos y unos colores deportivos perduraran hasta el día de hoy.
De todos es sabida mi simpatía verdiblanca por lazos conyugales. Así mismo, es conocido por todos mi respeto y cariño al sevillismo también por vínculos familiares, aflorando en este día este sentimiento mucho más que en otras ocasiones. Viví con gran satisfacción y orgullo el desarrollo del acto, desde la puesta en escena, que fue mediática,  técnica y de un exquisito gusto, hasta la gran profesionalidad demostrada por el equipo de montaje. Pero tengo que resaltar la labor de dirección hecha por dos grandes profesionales nazarenos: Paco Calle y Mariani Molina, de reconocido prestigio y trayectoria profesional, que se vio plasmada en el evento y en el “pueblo de sus amores”.
De igual manera, disfrutamos también de la unidad y el orgullo nazareno de hermandad profesado entre béticos y sevillistas.
La noche fue grande. Pero había más, la participación y la colaboración para una asociación de vida y de amor como es ANFI, que con la presencia y participación de sus miembros, y muy especialmente de los más pequeños, hicieron brillar, más aún, el acto con luz de vida.
La velada tuvo momentos emotivos. Me sentí orgulloso de mi pueblo, de su gente, de sus colectivos, de seguir reivindicando con mucho orgullo que soy vecino de Dos Hermanas y amigo de una gran persona y un gran sevillista, Antonio Romero Monge, de Los del Río, que recibió la insignia de oro de la Peña Sevillista, que junto con su familia y su compañero Rafael Ruiz, otro gran nazareno internacional, estuvo presente en el acto. También disfrutamos de la grandeza artística de los que allí actuaron, y de la grandeza humana al volcarse en este evento y en favor de la asociación ANFI.
Quiero agradecer a su presidente y a la Junta Directiva de la Peña Sevillista  su invitación, no solo a mí, sino también a los diferentes grupos políticos de la ciudad. Todos supimos hacer un ejercicio democrático que engrandeció el maravilloso aniversario y a la Junta Directiva y su presidente D. Manuel Chamorro.
Y lo último, pero no por ello lo menos importante, la mención especial hacia la persona de don Antonio Castro Toro. Tengo que destacar en él valores como la constancia, el espíritu de superación, el amor propio, la elegancia, la caballerosidad, la educación,  la preparación cultural, así como su gran inteligencia. Pudimos disfrutar de su exaltación del sentimiento sevillista nazareno, desde sus humildes orígenes en un pregón hecho desde la memoria y, sobre todo, desde el corazón.
Mis vínculos afectivos y mi sentimiento especial hacia el sevillismo son producto de la influencia de un hermano de mi madre, quien desafortunadamente hoy no está con nosotros, él no disfrutó de este acto físicamente, pero estuvo en el Tercer Anillo vibrando en ese lugar de gloria y de cielo. Cuánto me acuerdo de él en estos grandes éxitos deportivos que ha tenido el Sevilla y qué de cosas buenas se ha perdido un buen hombre y un gran sevillista aquí en la tierra. Porque en el cielo, él, al igual que otros tantos que ya no están, seguro que están haciendo su propia Peña del Naranjo y disfrutando de los éxitos del Club.
Una vez más me he sentido grande con mi pueblo y orgulloso del mismo. A todos, mi más sincera enhorabuena. En memoria de D. Luis González Díaz, «Badila» , mi tío.

En abril fui invitado como miembro de la corporación municipal y como presidente del PP de Dos Hermanas al acto de celebración de 50 aniversario de la Peña Sevillista de nuestra ciudad. Asistí representando a mi Ayuntamiento y a mi partido, pero curiosamente esto duró solo unos minutos, porque al poco tiempo de comenzar el acto, me convertí en un nazareno más, volcado con una afición y con una celebración llena de sentimiento, llena de orgullo, llena de pasión.

 

Lo viví desde un absoluto respeto a los que durante años lucharon sin medios para que unos sentimientos y unos colores deportivos perduraran hasta el día de hoy.De todos es sabida mi simpatía verdiblanca por lazos conyugales. Así mismo, es conocido por todos mi respeto y cariño al sevillismo también por vínculos familiares, aflorando en este día este sentimiento mucho más que en otras ocasiones. Viví con gran satisfacción y orgullo el desarrollo del acto, desde la puesta en escena, que fue mediática,  técnica y de un exquisito gusto, hasta la gran profesionalidad demostrada por el equipo de montaje. Pero tengo que resaltar la labor de dirección hecha por dos grandes profesionales nazarenos: Paco Calle y Mariani Molina, de reconocido prestigio y trayectoria profesional, que se vio plasmada en el evento y en el “pueblo de sus amores”.

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De igual manera, disfrutamos también de la unidad y el orgullo nazareno de hermandad profesado entre béticos y sevillistas.La noche fue grande. Pero había más, la participación y la colaboración para una asociación de vida y de amor como es ANFI, que con la presencia y participación de sus miembros, y muy especialmente de los más pequeños, hicieron brillar, más aún, el acto con luz de vida.

La velada tuvo momentos emotivos. Me sentí orgulloso de mi pueblo, de su gente, de sus colectivos, de seguir reivindicando con mucho orgullo que soy vecino de Dos Hermanas y amigo de una gran persona y un gran sevillista, Antonio Romero Monge, de Los del Río, que recibió la insignia de oro de la Peña Sevillista, que junto con su familia y su compañero Rafael Ruiz, otro gran nazareno internacional, estuvo presente en el acto. También disfrutamos de la grandeza artística de los que allí actuaron, y de la grandeza humana al volcarse en este evento y en favor de la asociación ANFI.Quiero agradecer a su presidente y a la Junta Directiva de la Peña Sevillista  su invitación, no solo a mí, sino también a los diferentes grupos políticos de la ciudad.

Todos supimos hacer un ejercicio democrático que engrandeció el maravilloso aniversario y a la Junta Directiva y su presidente D. Manuel Chamorro.Y lo último, pero no por ello lo menos importante, la mención especial hacia la persona de don Antonio Castro Toro. Tengo que destacar en él valores como la constancia, el espíritu de superación, el amor propio, la elegancia, la caballerosidad, la educación,  la preparación cultural, así como su gran inteligencia.

Pudimos disfrutar de su exaltación del sentimiento sevillista nazareno, desde sus humildes orígenes en un pregón hecho desde la memoria y, sobre todo, desde el corazón.Mis vínculos afectivos y mi sentimiento especial hacia el sevillismo son producto de la influencia de un hermano de mi madre, quien desafortunadamente hoy no está con nosotros, él no disfrutó de este acto físicamente, pero estuvo en el Tercer Anillo vibrando en ese lugar de gloria y de cielo.

Cuánto me acuerdo de él en estos grandes éxitos deportivos que ha tenido el Sevilla y qué de cosas buenas se ha perdido un buen hombre y un gran sevillista aquí en la tierra. Porque en el cielo, él, al igual que otros tantos que ya no están, seguro que están haciendo su propia Peña del Naranjo y disfrutando de los éxitos del Club.Una vez más me he sentido grande con mi pueblo y orgulloso del mismo. A todos, mi más sincera enhorabuena. En memoria de D. Luis González Díaz, «Badila» , mi tío.

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