Preguntas con respuestas

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Si viven en Montequinto quizás se hayan preguntado alguna vez, o quizás todos los días, por qué aquí son tan molestos los badenes, o por qué no hay construido ningún paso de peatones sobreelevado, o por qué en las horas punta pitan los coches y se repiten los frenazos en cruces como el del Mercadona o el de la puerta principal del Parque de los Pinos, o por qué los pocos ciclistas que se atreven a circular por el barrio lo hacen por las aceras, aceras que se levantan enteras como la de la Avda. de Portimao, cuando podían haber sido reparadas; quizás se hayan preguntado alguna vez por qué no dejamos que los niños vayan solos al colegio, o por qué los vehículos de urgencia no pueden acceder a algunos bloques de viviendas y edificios públicos, o por qué se cortan árboles que podían haber seguido viviendo durante 50 ó 60 años más, o por qué los coches tienen que estar a pleno sol en los nuevos aparcamientos que se construyen en superficie como los de las estaciones de metro, preguntas que están ahí, en la calle.
Preguntas todas, que aunque parezcan inconexas, en verdad tienen un común denominador responsable, que no es otro, que el mismo ciudadano conformista que ni plantea, ni demanda soluciones. No podemos echar la culpa de todo al político de turno sin más, pues entiendo que él es un simple gestor de la demanda. Como bien dice el slogan “esto lo arreglamos entre todos”, pero si nadie pide que se homologuen los badenes según la instrucción técnica del Estado que regula su diseño y que está en vigor desde el año 2008, o que se construyan nuevas rotondas en los cruces conflictivos, o carriles bici como los de Sevilla por los que podamos circular seguros, o que se instalen las señales verticales que les faltan a los pasos de peatones que hay en los caminos escolares para hacer que éstos sean más seguros, o que se señalicen las salidas de emergencia de esos mismos centros escolares y de numerosos bloques de viviendas que tienen comprometida su seguridad, si no planteamos nada de esto, ni nuevas leyes como las que ya existen en otras comunidades autónomas que prohíben el corte caprichoso de  árboles veinteañeros o que obligan a plantar esa sombra natural de un árbol por cada dos plazas de aparcamiento en esas nuevas losas de asfalto que se crean, la verdad es que malo está el cuento.

Si viven en Montequinto quizás se hayan preguntado alguna vez, o quizás todos los días, por qué aquí son tan molestos los badenes, o por qué no hay construido ningún paso de peatones sobreelevado, o por qué en las horas punta pitan los coches y se repiten los frenazos en cruces como el del Mercadona o el de la puerta principal del Parque de los Pinos, o por qué los pocos ciclistas que se atreven a circular por el barrio lo hacen por las aceras, aceras que se levantan enteras como la de la Avda. de Portimao, cuando podían haber sido reparadas; quizás se hayan preguntado alguna vez por qué no dejamos que los niños vayan solos al colegio, o por qué los vehículos de urgencia no pueden acceder a algunos bloques de viviendas y edificios públicos, o por qué se cortan árboles que podían haber seguido viviendo durante 50 ó 60 años más, o por qué los coches tienen que estar a pleno sol en los nuevos aparcamientos que se construyen en superficie como los de las estaciones de metro, preguntas que están ahí, en la calle.

Preguntas todas, que aunque parezcan inconexas, en verdad tienen un común denominador responsable, que no es otro, que el mismo ciudadano conformista que ni plantea, ni demanda soluciones. No podemos echar la culpa de todo al político de turno sin más, pues entiendo que él es un simple gestor de la demanda.

Como bien dice el slogan “esto lo arreglamos entre todos”, pero si nadie pide que se homologuen los badenes según la instrucción técnica del Estado que regula su diseño y que está en vigor desde el año 2008, o que se construyan nuevas rotondas en los cruces conflictivos, o carriles bici como los de Sevilla por los que podamos circular seguros, o que se instalen las señales verticales que les faltan a los pasos de peatones que hay en los caminos escolares para hacer que éstos sean más seguros, o que se señalicen las salidas de emergencia de esos mismos centros escolares y de numerosos bloques de viviendas que tienen comprometida su seguridad, si no planteamos nada de esto, ni nuevas leyes como las que ya existen en otras comunidades autónomas que prohíben el corte caprichoso de  árboles veinteañeros o que obligan a plantar esa sombra natural de un árbol por cada dos plazas de aparcamiento en esas nuevas losas de asfalto que se crean, la verdad es que malo está el cuento.

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