Valme, hoy me siento pregonera

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Me despiertan los acordes,
En una temprana mañana,
Es domingo del mes de octubre,
Cuando la banda toca diana.
Y el firmamento aún se cubre,
De tantas estrellas guardianas,
Que espantan malas nubes,
Y nos defienden de su agua.

A oscuras y en mi cama,
Medio en sueño y en recuerdo,
Recorriendo el cabecero,
Con mi mano al fin encuentro,
Aquel cordón azul y grana,
Que colgaba de mi cuello,
Portando esta medalla,
Que acarician hoy mis dedos.

Desde el refugio de mi alcoba,
Doy gracias yo sé a quién,
Por seguir donde estoy ahora,
Y a esta cita acudir fiel.
Recuerdo unos años atrás,
Mis vestidos de volantes,
Mantón con fleco de seda,
De mi espalda acompañante.
Mientras tanto escucho la banda,
Que insiste en despertar,
A tantos recuerdos dormidos,
Que nunca he de olvidar.

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Campanas me están avisando,
Para la solemne misa de romero,
Que la reina está esperando,
Subida al altar del cielo,
Sin embargo espero pensando,
En artesonar este humilde verso,
Que le quiero hacer un regalo,
De oración y agradecimiento,
Le explicaré el retraso de hoy,
Si alguna vez alcanzo su reino.

En el paradero de los carros,
Hay rosario de carretas,
Enganchan yuntas de bueyes,
Que las arrastran a la iglesia.
A ellas suben las mujeres,
Con vestidos de flamenca,
Con alfiler, con matoncillo,
Y tantas cosas tan nuestras.

Manos de hombres que cogen,
A nuestra  señora nazarena,
Para subirla al gran coche,
De flores de papel de seda.
Para comenzar una senda,
Camino de tanto arrebujo,
De  devoción y folklore,
De  jinete y de  caballo,
Camino de mil colores,
De caminante dolorido,
De cabellos con sus flores,
Del encuentro de dos amigos,
De latidos de corazones,
Que tanto han compartido.

Y yo reposando en la cama,
Y mi alma viaja en el tiempo,
Imaginando a mi virgen sentada,
Entre poema de amor y rezo,
En silla de reina y tallada,
En su ermita ya me encuentro,
Parece quieta y callada,
Pero la oigo lanzarme un beso,
Me bendice con su mirada,
A mí y a los que más quiero.

Y mi mente visualiza,
Emotivo camino de vuelta,
A peregrino con guitarra,
Que a mis oídos deleita,
Con compases de plegaria.
O la flamenquita rendida,
Que durmiendo regresa,
En brazos de su padre,
Que va rezando a la virgen,
Con su pequeña acuestas.

Este glorioso momento,
De añorante mañana,
Con fragancia de fresco nardo,
De mi tierra mariana,
Desde mi lecho de calma,
Hoy me siento pregonera,
De mi virgen fernandina,
Madre nuestra y compañera,
De senderos de alegrías,
Un puntal para mis penas,
Hoy Valme virgen mía,
Hoy,
Hoy me siento pregonera.

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