¿Siglos ha, quién pensaría
que el hombre fuese a la luna?
¿Qué vil mente —inoportuna—
fraguaría en conclusión
que es la Tierra un vil melón
girando sin dar cuartel
circundando el redondel
al que llamamos el Sol?
¿A qué científico extraño
se le vino a la cabeza
que el origen de rarezas
y maravillas del hombre
se basa, funda y esconde
—provocando el desentono—
en un animal —dislate—
al que llamaban primate
y conocemos por “mono”?
Todo, en fin, en este mundo
está por ver y estrenar;
nuevas tierras que pisar;
viejos lances que vencer;
mucho y bueno que abrazar,
aún más besos que brindar
y tanto por conocer…
Así, ahondando en el compás
de cambios con inventiva,
el domingo en comitiva
y directo a la picota,
un bando de gaviotas
se coló en corral ajeno,
y al velódromo —bastión—
de mitin, rosa y bastón,