El tocado de la Virgen y una estación en recogimiento marcaron una Madrugá clásica
Es la noche más larga de Sevilla, si no objetivamente, sí sentimentalmente para los cofrades y devotos que se echan a la calle para acompañar en su caminar al Cristo del Gran Poder. Cuando aún resuenan los últimos tambores del palio de la Virgen del Mayor Dolor de la cofradía de Vera-Cruz en la recoleta y señera plaza de Hidalgo Carret, la magia de una nueva Madrugá comienza a gestarse en el interior de una capilla.
Parece que los caprichos del tiempo, que juegan en esta época más de una mala pasada, dieron una tregua a la noche de la pasión de Cristo por excelencia. Después de una mañana y tarde de Jueves Santo marcada por la lluvia, acompañada en algunos momentos por potentes aparatos eléctricos, la noche se abrió, la luna llena brilló más que nunca y, como cada año, las puertas de la capilla del Gran Poder se abrieron cuando el reloj, que parece que suena con más fuerza en esta madrugada, marcó las tres.
Nazarenos silentes y penitentes con túnica y cirio morado comienzan su estación acompañando al Cristo con la cruz al hombro, quien sobre un monte de claveles rojo sangre y un original friso de flores silvestres, con rosas rojas, cardos borriqueros y calas, hizo su aparición en la calle Real Utrera.
Todas las miradas se dirigen esta noche al bello y apacible rostro del Cristo que tallara Manuel Gutiérrez Reyes, quien precede, acompañado siempre por su fiel promesa, al palio de la Virgen del Mayor Dolor y Traspaso y su discípulo amado, San Juan Evangelista. Originalísima la vestimenta de la dolorosa de esta cofradía, obra de Juan María Ramírez, quien ha querido simplificar los ropajes de la Virgen, menos voluminosos, para que gane en visibilidad a la par que en elegancia. Los que contemplaron el angustiado rostro de la dolorosa rememoraron seguro estampas añejas en blanco y negro.
La cofradía estuvo arropada por los fieles, sobre todo, durante los primeros tramos de su recorrido hasta la presentación en la capilla de San Sebastián donde la hermana cofradía de Vera Cruz los recibe tras su estación. El resto del recorrido, el Cristo del Gran Poder caminó tranquilo, sin bullas ni bullicios, en silencio, incluso con momentos de soledad y otros en los que al menos una mirada lo espera a su paso, apostado en algún rincón de su recorrido o tras una ventana entonando una oración, como antaño.
Despúes de una Madrugá bastante fría y más tranquila en lo que a público se refiere, la hermandad celebrará el próximo viernes, día 28, una misa de acción de gracia por la estación de penitencia vivida.
La próxima salida tendrá lugar el día 6 de abril, para trasladar a los titulares a Santa Ana con motivo de las obras en la puerta de su capilla.
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