1977. Los empleados del Banco Central denuncian que “mastican polvo” por las obras en la sucursal

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Odisea. Trabajar en el Banco Central supone un acto de heroicidad diario, entre andamios, polvo y escombrosHan entregado un escrito de queja al director por riesgo de accidente, ya que afirman que les caen “chispas ardiendo”

Los 20 empleados del Banco Central siguen sin dar crédito a las deplorables condiciones de trabajo que sufren desde que el año pasado comenzaron las obras de reforma en la sucursal. Al trabajar en el mismo lugar donde se desarrollan las obras, denuncian un riesgo continuo de accidente.
 

Miguel Osorio, uno de los firmantes del escrito remitido ayer mismo al director, afirma que “masticamos polvo y al término de cada jornada nos lo llevamos en los bolsillos. Los zapatos y los bajos de los pantalones van tan blancos de polvo que parecemos yeseros”. Otro de los jóvenes denunciantes, José González Luque, asegura que diariamente corren el riesgo de sufrir un accidente, hasta el punto de que les han caído en las mesas donde trabajan y en las prendas de vestir “chispas ardiendo, incluso hierro fundido”.
 
Los clientes, asombrados
A todo lo anterior hay que unir una humedad del 80 por ciento, un “frío insoportable” y la inhabilitación de los vestuarios, ahora utilizados como almacén de materiales. Para colgar sus abrigos, tienen que apañarse entre todos con las dos perchas de los servicios.
La situación ha llamado la atención de la prensa local, y el semanario “Informativo Nazareno” publicaba ayer un reportaje a toda página con el titular: “El Central, un banco tacaño”, y una fotografía de las obras.
Además de la repercusión mediática, la mala imagen del Banco Central es diaria entre sus clientes que, entre resignados y asombrados,  guardan cola ante la caja entre andamios y escombros, terminan su operación y salen “cepillándose el polvo que han cogido”, sin encontrar a la salida ni una nota de disculpa por las molestias causadas.
 
Multa de los inspectores
La situación no es nueva. Ya el pasado 8 de septiembre el Banco Central fue multado con un total de 5.500 pesetas como consecuencia de tres infracciones detectadas por los inspectores de trabajo, que visitaron el local después de que los empleados denunciaran el caso ante la Delegación de Trabajo.
Anteriormente, los trabajadores del Central habían recurrido al Comité de Seguridad e Higiene en el trabajo, cuyo presidente, señor Cordero, decidió que bastaría con separar la zona de obras con un tabique, medida que resultó absolutamente insuficiente “ya que el polvo se colaba por las rendijas, los ruidos eran intolerables y en algunos puntos de la oficina la aglomeración de empleados dificultaba el movimiento. Para verlo y no creerlo”, apostilla José González.
Para los sufridos trabajadores habría bastado con retrasar un poco las obras y haber buscado y habilitado en Dos Hermanas otro local provisional. Para ello no habría sido necesario cambiar de ubicación, ya que en la misma Plaza hay varios locales vacíos. Pero la empresa rechaza esta tesis por ser demasiado “cara y difícil”, en palabras del subdirector del banco en Sevilla.

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