El entrenamiento de calidad del jugador de fútbol es la asignatura pendiente de muchos clubes, sobre todo los más modestos. Nos encontramos a menudo en el puesto de entrenador a personas con mucha voluntad, basando sus conocimientos en experiencias personales o haciendo uso de la intuición, aplicando sistemas de entrenamiento que, en ocasiones, no se adaptan a la realidad del fútbol ni a la etapa física y mental de los niños que están entrenando, aunque por supuesto hay que agradecer que existan personas tan desinteresadas que dedican su tiempo a entrenar a nuestros jóvenes futbolistas, de lo contrario no existiría fútbol base.
Desde aquí mi agradecimiento y pequeño homenaje a los entrenadores. Es el club el que debe planificar adecuadamente la formación de los chavales, donde la improvisación sea sustituida por un programa capaz de desarrollar el talento y la actitud de los futuros futbolistas.
El entrenador desempaña un papel de gran valor en cada una de las diferentes etapas de formación del jugador. Ya no sólo en el aspecto futbolístico sino en el personal, el entrenador va a dejar huella en los chavales y hay que tratar de que sea positiva. Además de conocer los sistemas de entrenamiento deben tener un perfil pedagógico que les haga llegar a los chavales y conseguir de ellos una actitud positiva.
El proceso de formación del jugador de fútbol debe ser una optimización a todos los niveles: técnico, táctico, psicológico y físico del individuo, permitiendo a los jugadores resolver las situaciones que plantea el fútbol moderno. Se habla de cinco niveles de complejidad por donde debe pasar el futbolista: Nivel 1: de no especialización (suele coincidir con la etapa de benjamín), Nivel 2: de iniciación (Alevín), Nivel 3: de desarrollo (Infantil), Nivel 4: de perfeccionamiento (cadete) y Nivel 5: de alto rendimiento (Juvenil y Senior).
