El joven cofrade hizo un somero repaso a su relación con la Esperanza a través de familia y amigos
"La esperanza es el sueño que nos une a todos los hermanos”
La Virgen de la Esperanza quiso que fueras su pregonero en esta mañana de diciembre”. Así terminó su presentación Alberto Jiménez Ruiz, encargado de dar paso al pregonero de la Esperanza, Álvaro Cueli Caro, Alvari para los amigos.
El presentador destacó su convivencia durante todos estos años, como hermanos del Cautivo y como amigos, “haciendo el boletín, en las comidas de convivencia, en las tertulias, en la estación de penitencia… ¡Cuánto tiempo ha pasado para llegar a este último tramo!”.
Así, se dio paso al pregón, cargado de emoción y muy literario, basado en las experiencias personales del pregonero, tanto en la hermandad como con su familia, siempre con relación a la Virgen de la Esperanza.
De hecho, Álvaro Cueli aseguró que la presencia de la Esperanza en su vida ha estado íntimamente ligada a su historia familiar.
Fue precisamente esta historia familiar la que vertebró su pregón, en el que los padres, los abuelos, los amigos y los integrantes más antiguos de la hermandad estuvieron muy presentes y, sobre todo, representaron la esperanza para este joven cofrade, cuyo pregón estuvo dedicado a la pequeña Ana, prima segunda del Cueli. En forma de carta, fue desgranando el pregonero las distintas formas en que puede presentarse la esperanza, así como que también puede perderse en algún momento para volver a recuperarla después de la manera más sorprendente.
Lágrimas y nardos
El pregón tuvo un arranque intenso y contundente, con una declaración personal de amor incondicional hacia la Virgen de la Esperanza , para quien Álvaro Cueli dijo “guardar siempre los mejores besos para tu mano”.
De esta forma, el pregonero explicó sus sentimientos una vez que conoció la noticia de su designación, describiendo con sutileza y pasión las calles de Dos Hermanas “en vísperas del día de la Patrona, en pleno verano”. Así, conectó con Santa Ana, pero también con Valme a través de los nardos, un recurso que estuvo presente al comienzo del pregón, “toda la vida juntos y no tenía para ti más que unos pobres nardos y mis lágrimas”, pero también al final, cuando exclamó que la Virgen de la Esperanza lo reconocería al llevarle un puñado de nardos.
La esperanza en la niñez
Álvaro Cueli recordó su infancia, cómo le hubiese gustado conocer a su abuelo “de quien no conocí su ejemplo nazareno, pero la esperanza es un sueño y conocí su entrega a través de las personas que persiguen su mismo sueño”. El pregonero siguió paseando “por el patio de los sentimientos de la infancia” y recordó también a su abuela, “ejemplo de entrega”.
También tuvo unas palabras emocionadas para los mayores: “triste es pensar que muchos sólo esperan la visita de las manos de Dios; no dejemos que las suyas se nos vayan mientras esperan”.
El pregón continuó con la alabanza al trabajo de los hermanos de Cautivo, “maestros para mí”, que levantaron la casa hermandad y que “enseñaron a sus hijos que la hermandad es una gran famlia en la que se quiere a todos por igual”.
La estación de penitencia, las salidas del coro, las tertulias, las vísperas, los cultos, los nazarenos, los costaleros, los acólitos, comparten, según Álvaro Cueli, “la esperanza, que es el sueño que a todos nos une”.