Buenos deseos

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Es llegado el tiempo en que desear buen año a alguien no es un puro cumplido, sino algo bien sentido, porque enemigos varios y disturbios nos amenazan por doquier, a saber, el terror, la carretera, el cambio climático, las corrupciones.  Ahora que parece que el personal, como si dijéramos en general, ha dejado de creer en personalizar el mal y lo achaca a las incidencias sociológicas, resulta, sin embargo, que encontramos demonios por todas partes, bien peinados, bien vestidos, con aspecto hasta de gente honorable. Otros con vaqueros y desaliños y un mundo imposible en sus pequeñas cabezas. Cuando todos estábamos deseándonos lo mejor para el año nuevo, vino ETA y nos trajo lo peor de su stock, con un desprecio a la vida difícil de entender en cualquier ser con un mínimo de humanidad. Es éste un tiempo de seguir adelante con todo lo que tiene sentido y también con una estrategia nueva frente a ETA. Hacer reflexionar a quienes tuvieran una mirada algo oblicua que no fue Zapatero quien rompió la tregua, ni tampoco ninguno de los españoles amantes de la paz y la concordia. Que no fue sino ETA quien puso la bomba. Que es ahora cuando es más importante que nunca, si cabe, estar unidos incluso con perjuicio de los intereses particulares de partido. Que es el gobierno quien tiene la responsabilidad y los de turno en la oposición le deben arropar.

Cuando fue el tiempo de los parabienes y regalos, de los buenos deseos, el presidente Bush parece que se sentía satisfecho con la condena a muerte del dictador iraquí Sadán Husseín. O sea que se hacía justicia con Sadán con la misma moneda que se usó para su condena. Esto en el camino de la evolución se llama una regresión y abrió nuevas heridas en la sociedad musulmana. Fue el presente que las tinieblas con su religiosidad fundamentalista se atrevieron a ofrecer al pequeño Jesús.

Otra vez la carretera trajo el luto y la desolación a tantas familias desgraciadas por los accidentes. En estos días hemos podido comprobar como sube el nivel de calidad de los coches en el país y con ello la velocidad y  peligrosidad. Que se impone ir más despacio y seguro.
Tuvimos unas fiestas relativamente cálidas que hizo que bajara el precio de la gasolina y subiera el temor a un giro climático irreversible que traerá, si no lo remediamos,  muchos problemas a los que nos van a suceder en la historia del Planeta. Es muy principal buscar tiempo para reflexionar sobre este tema tan prioritario.

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Ya hemos comido juntos todos con todos. Ya nos entrecruzamos obsequios y buenas voluntades. No debemos, no obstante, bajar la guardia. Ahora sólo nos queda regalar una sonrisa frecuente que nos haga más fuertes con los que tenemos  más cerca. Regalar unas palabras de amistad a los más lejanos, como los presos de Guantánamo o los niños palestinos. El año siete lleno de buenos augurios nació truncado, lastimado, herido. Si todos tomáramos el compromiso de serenarnos y reflexionar antes de actuar es probable y mucho que las cosas fueran mejor. Pero hay demasiado ruido, prisa, intereses, corrupciones que desdibujan y emborronan nuestros buenos deseos de feliz año nuevo.

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